viernes, 21 de agosto de 2009

Dualidad.


En casa.

Mañana me tengo que levantar a trabajar, un día más. Luego he quedado con unos amigos porque vamos a pasar el fin de semana al sur de la isla, ya que Ricardo va a hacer un homenaje en forma de poesía a Carlos y quiero estar ahí, por él, porque está nervioso, porque es su primera vez… No me apetece nada. No quiero hacer nada de lo que tengo planeado. No quiero ir a trabajar, no quiero ir al sur, no quiero quedarme a dormir… Pero lo voy a hacer porque lo tengo que hacer.
En el fondo creo que es eso lo que me está desestabilizando día a día. El saber que mi alma me pide una cosa y mi forma de ser hace otra. Esa dualidad constante que hace que todo sea demasiado complicado. Quizá por eso Carlos y yo pudimos con estos años sin problemas: los dos somos supervivientes. Da igual lo que pase, siempre tiramos hacia delante. Siempre afrontamos los problemas, nunca nos quedamos atrás, nunca nos rendimos… Y es eso lo que en estos momentos me mata: no quiero hacer nada pero mi forma de afrontar las cosas me hace levantarme y continuar. Mi naturaleza me impide rendirme, cuando yo quiero rendirme. Lucho día a día conmigo misma.
Quiero gritar basta. Quiero sentarme y olvidar. Olvidarme de mi vida por un momento. Pero no puedo. Algo me impulsa a seguir, y es tan agotador, es una lucha constante. Porque esto me supera en cada momento, porque esto sí me da motivos para dejarme… pero ahí estoy. Y estoy tan cansada…
Tengo que ir a acostarme. Mañana debo madrugar. Mañana es otro día. Otro día sin sentido. Otro día de tremenda lucha, otro día que me gustaría no pasar…
Te quiero, mi amor. Voy a encontrarme contigo, en sueños, una noche más. Te quiero tanto que casi no puedo respirar. Te quiero, siempre…

lunes, 17 de agosto de 2009

Mi cueva.


En casa.

Últimamente se me pasan los días volando. Sin darme cuenta estoy de nuevo en lunes. Otro maldito lunes. Creo que empiezo a parecerme a Mafalda.
Hay una cosa que empieza a ponerme nerviosa, casi a molestarme, y es que a veces tengo la sensación de que la gente, cuando habla conmigo, es como si viniera a rescatarme, a salvarme de mi pesadilla. Como si alguien pudiera hacer algo así… Me preguntan como estoy esperando que salga algo de mí, algo que demuestre que avanzo, que siento. Es como si quisieran venir con una llave maestra y hacerme ver con su gran sabiduría todo lo que yo me niego a ver. Y no me gusta. Me miran como diciendo: “Ana, ya ha pasado el tiempo suficiente como para que te dejes de rollos y empieces a asimilar todo lo que te está ocurriendo, de que reacciones.” Y sé que lo hacen con todo el cariño y todo el amor posible, pero me sienta algo mal.
Luego me relajo, respiro hondo e intento darme cuenta que en realidad son sensaciones mías. Que en el fondo no es así como ocurren las cosas. Lo que pasa es que estoy intentando aislarme tanto del mundo que intento encontrar cualquier escusa para escapar de todo lo relacionado a él. Imagino que es eso, que sin querer quiero alejarme para que todo el mundo me deje en paz. Encerrarme, aislarme, esconderme en mi cueva donde sólo quede yo y mis recuerdos. Quiero que la gente se olvide de mí. Quiero acurrucarme y no escuchar nada ni a nadie. No necesito salvadores. Pero eso no es bueno, verdad? Y yo, en el fondo, lo sé. Lo que ocurre es que a veces todo esto se me hace algo difícil y lo pago con el mundo.
A veces me gustaría salir de mí… Cuántas veces habrá sentido eso Carlos. Sé que me lo dijo muchas veces, pero y las veces que no me lo dijo, cuántas serían?
Te quiero con locura, mi vida, tanto como dos neutrinos en una estrella de neutrinos imposible ser uno más fuertemente. Te quiero, siempre…

lunes, 10 de agosto de 2009

Como mi nevera.


Es raro. Intentar explicar lo que siento. Aunque a veces me pregunto si es necesario explicarlo.
Hoy me he hecho una pizza en casa. Ni siquiera me la he hecho, sencillamente la he metido en el horno y he esperado diez minutos. Pero es la primera vez que hago algo en casa. Al menos algo intencionado. Pensar ayer lo que iba a comer y hacerlo. Mi nevera sigue vacía. Me gusta la sensación de abrirla y no encontrar nada en ella. No quiero cocinar. No quiero empezar a hacer comida para uno. Es demasiado triste. Imagino que es una forma de no pensar en todo esto. De no ser consciente. Ya irá saliendo solo, no?
No quiero escribir en el blog. No quiero escribir por obligación. Lo que ocurre es que me puede el impulso de seguir entrando aquí y ver que hay gente al otro lado.
Sé como vivió Carlos todo esto. Lo sé porque yo estuve ahí, cada día, cada minuto… Sé por qué se levantaba cada mañana, cuales eran sus sueños, cuales eran sus ilusiones. Sé qué le daba fuerza y por qué tiraba hacia delante… Todo el mundo me dice que Carlos no habría llegado ni habría aguantado tanto si no hubiera sido por mí. Y no me quiero llevar todo el mérito, no sería justo. También estaban sus padres, a los que adoraba, sus hermanos, sus amigos… Lo que quiero decir con todo esto es que Carlos podía ser fuerte porque tenía motivos para serlo, tenía sueños, planes. Yo no… Todo el mundo me dice que tengo que ser como él, mirar hacia delante, tirar, buscar fuerzas… Lo que nadie es capaz de ver como yo lo veo es que antes estábamos los dos. Ahora estoy yo sola. Os hacéis una idea? Yo sola.
A quién me abrazo por las noches. Con quién hablo cuando dudo. A quién le lloro cuando llega el frío y el miedo… Antes lo hacíamos los dos y todo era más llevadero. Ahora lo tengo que hacer sola. Y no podéis haceros una idea de lo que cuesta. Aunque a pesar de eso, lo intento.
A veces, cuando sueño mientras duermo, de repente aparece. Y entonces le abrazo y le pido que no se vaya. Pero me despierto…
Te quiero, Carlos. Te quiero con locura y te echo tanto de menos que ya casi no quiero pensar en ello. Te quiero tanto que duele. Te quiero, siempre…

lunes, 3 de agosto de 2009

Teatro


En casa.

Se abre el telón: aparece una mujer que se despierta con el sonido del despertador. Se ducha, se viste y coge el coche para ir al trabajo. Atiende a los clientes, quizá de forma muy distraída, mantiene la cabeza ocupada, habla poco y hace lo que cree que debe hacer, en silencio. A su hora se va del trabajo, deseando tener algo planeado para el resto del día. Hoy queda con sus amigas, toma una cerveza, quizá más de una… y charla, de forma dinámica, integrada, intentando entrar en la conversación, haciendo planes que sabe que no va a cumplir, al menos no del todo. Siempre con una sonrisa, siempre con buena cara. Luego vuelve despacio a su realidad, empiezan sus pensamientos reales, y es cuando intenta disimular y ve que no puede, se levanta y dice que se va a casa. Con una palabra amable, con buen tono. Aparca su coche, visita a sus vecinos buscando una sonrisa en el último rincón de su alma, como última opción, y cuando ve que ya no queda nada más, se levanta, entra en su casa y se tira en su sillón, deseando que llegue la noche para volver a levantarse y hacer que sus días se repitan una y otra vez, sin más, sin ninguna emoción, sin ningún sentimiento, sin ningún recuerdo, haciendo como si su vida fuera una obra de teatro donde ella tiene que hacer su mejor papel…
Mientras la noche cae, mientras ella ve la tele tirada en su solitaria cama, se cierra el telón…
Siempre supe que sería una buena actriz. De las mejores…
Te quiero con locura, mi amor, te quiero más que a nada en el mundo, te quiero siempre…

lunes, 27 de julio de 2009

Mirarse.


En casa.


Cuando entro en el blog intento no mirar nada. Sólo una página en blanco donde pretendo escribir lo que se me pasa por la cabeza. Unas veces puedo, otras no.
A veces sí soy capaz de mirar y entonces me encuentro con la cara de Carlos explicando la intención de este blog. Leo su optimismo, sus ganas, su fuerza…
Últimamente me ha dado por pensar que Carlos no me contaba todas sus cosas. Que incluso conmigo fingía para no hacerme daño, para no hacerme sufrir. Con su hermano Javi habló de lo que quería si esto salía mal. Le dijo que hablara con Rafa, su médico, el gran Rafa para darle las gracias. Le contó que quería que yo tuviera a Héctor si las cosas no salían bien. Habló con algunos de sus hermanos sobre el miedo por mí, por él, por lo que creía que me estaba haciendo… A mí no me contó nada de eso. A veces creo que estaba más triste de lo que yo imaginaba, y eso que sabía que estaba triste, igual que lo estaba yo. Eso hace que me sienta algo fracasada, porque a veces pienso que no supe estar ahí para esos pensamientos, para esas dudas, para esos miedos.
Quizá nos esforzamos tanto los dos por estar bien que nos ocultábamos cosas.
Me habría gustado estar más… Pero creo que si nos hubiéramos metido de lleno en esos temas habríamos perdido nuestra esencia, nuestro espíritu de lucha, nuestros sueños de que todo saldría bien.
Le quiero tantísimo. Quise estar ahí para todo y sólo espero que él lo sintiera así. Pero no dejo de pensar las veces que estuvo triste y no quiso contármelo guardándoselo todo para él. Pobrecito mío…
Sin embargo fuimos felices, fuimos muy felices a pesar de la enfermedad. Vivimos todo lo que pudimos vivir, vivimos porque nunca nos rendimos ni dejamos que pudieran con nosotros e intento agarrarme a eso aunque ahora no funcione mucho ya que al final no salió como deseábamos.
Me da tanto miedo pensar que pude hacer más, que pude hacérselo todo más fácil, que a veces soy yo la que no me quiero mirar. Quizá porque ya no tengo ningún motivo para fingir…
Te quiero, mi amor, te quiero muchísimo, te quiero siempre…

sábado, 25 de julio de 2009

Ordenadores


En casa.

Se me ha estropeado el ordenador y esta semana he tenido que arreglarlo. Es una forma de decirlo porque la verdad es que yo no entiendo nada de estos aparatos y tuve que llamar a mi cuñado Juanjo para que me lo arreglara. Por lo visto tenía un virus o más bien uno de los programas que instaló Carlos en su día debió estropear la instalación inicial del ordenador. La cosa es que estaba hecho una patata. Despues de intentarlo todo Juanjo se dio cuenta de que la única solución era borrar el disco duro y hacer que el ordenador empezara de nuevo. Decisión difícil porque eso implicaba borrar toda la información que había en él. Hicimos una copia de seguridad de todo lo que yo consideraba importante: fotos nuestras desde el año 2000, videos, documentos... Recuerdo a Juanjo que no quería apretar el botón porque le daba miedo que algún día quisiera ver algo y me diera cuenta de que lo habíamos borrado. Le dije que no importaba, que borrara el disco duro y lo hizo.
Ahora el ordenador ya no es nuestro, es mío... Ahora tengo un ordenador vacío, impersonal y que no sé casi usar y eso me enfada...
Como le respondí a Juanjo: " qué importa, una cosa más que desaparece, tenemos otra opción?"...
A veces no nos damos cuenta pero nos agarramos a cosas físicas que no tienen importancia. Guardamos cantidad de cosas: fotos, notas, objetos, ropa, que pensamos que son indispensables a pesar de tenerlas guardadas como tesoros que vemos una vez al año. Pero nos convencemos de que esas cosas dan sentido a nuestra vida y necesitamos saber que están ahí, guardadas en algún sitio. Y un día las buscamos y vemos que ya no están y sentimos que se para el mundo y nos disgustamos por haber perdido esa foto o esa nota o ese objeto que nos hacía recordar algo. Pero de lo que no nos damos cuenta es de que sólo son eso: objetos, y que lo importante son otras cosas.
Ahora tengo mi casa llena de ellos.
Este será el primer mes que cobre mi pensión de viudedad. No me gusta pensar en ello.
Te quiero con locura Carlos y mi corazón, mientras late, sigue gritando tu nombre. Te quiero siempre...

domingo, 19 de julio de 2009

Palabras.


En casa.

Debería saber qué decir. Debería poder sentarme ante el teclado y poder contaros cosas, pero la realidad es que no soy capaz. Nunca se me ha dado bien hablar de mis sentimientos. Nunca he sido capaz de expresar con palabras lo que pienso. Y ahora, a veces, cuando tengo ganas de entrar en el blog, continuarlo y escribir, de repente me quedo en blanco y no sé qué decir… Creo que sin querer me estoy cerrando poco a poco y no quiero sacar esos pensamientos a los que Carlos llamaba “pensamientos invasivos”. A veces creo que nadie me entendería… Por eso a veces me planteo dejar de escribir en el blog. Lo que ocurre es que es más fuerte mi deseo de seguir entrando.
Buscar palabras para explicar mí día a día, ¿cómo hacerlo cuando ni yo misma me permito pensar? Estoy constantemente evadiendo ideas y recuerdos. Quizá por eso tampoco quiero contaros nada. No quiero pensar, no quiero recordar, sólo quiero que pasen los días mientras busco una respuesta que alivie mi desesperación. Pero no la hay, verdad?
Sólo necesito tiempo, un poco más de tiempo. Lamento que tengáis que leer estas entradas. Darme algo más de tiempo…
Mañana empiezo a trabajar y por primera vez no tengo ganas de hacerlo.
Buscar palabras para explicaros lo que siento, es tan difícil…
Te quiero Carlos. Te quiero muchísimo. Te quiero más que a nada en el mundo. Te quiero siempre…

martes, 14 de julio de 2009

Sin ganas.


En casa.

Últimamente no tengo ganas de nada. No tengo ganas de salir. No tengo ganas de levantarme. No tengo ganas de estar con gente. No tengo ganas de hablar… Por eso me obligo a lo más básico y a tareas que, sin darme cuenta me he puesto como propósito de mis vacaciones. Pero por lo demás, no tengo ganas de nada.
Estoy arreglando todo el papeleo del tema de Carlos. Quiero dejarlo todo hecho para que mis suegros luego no tengan que estar de un lado para otro. Bastante tienen. Uno no se imagina todo lo que hay que hacer: certificado de últimas voluntades, escrituras, cambio de titularidad en contratos básico como el agua, la luz, el teléfono, escrituras ante notario sobre la declaratoria de herederos… Papeles y más papeles que quiero arreglar antes del día 20.
Pero no tengo ganas de nada… Por eso, desde aquí, pido disculpas a la gente que me llama y no les contesto al teléfono, personas que insisten en hacer cosas o que sólo quieren saber como estoy. Siento no estar ahí, al menos por ahora. Pero estoy algo distante, apática, no sé.
Pienso en Carlos constantemente. Le sigo buscando por algún sitio al que no logro llegar. Sigo intentando recordar su voz… Lo único que no cambia nunca es el amor que siento por él, eso es constante.
Te quiero con locura, mi vida. Sigo siendo yo, tu pequeño agaporne enamorado. Te quiero, amor, te quiero siempre…

sábado, 11 de julio de 2009

Fuerza


En casa.

Hay personas que están hechas de otra forma, de otro material. Hay personas que, ante momentos muy difíciles, se crecen, se superan, se refuerzan. No sé de donde lo sacan. Ese chip que de repente se enciende y hace que todo deje de tener el sentido que tiene e intenten cambiarlo de forma. Hay personas fuertes… Carlos era uno de ellos y me impresiona ver que mis suegros también son así, de algún sitio debió sacarlo su hijo, no?
Día tras día me levanto e intento parar un momento para clasificar mis ideas. Me digo: “En esto sí pienso o en esto no”. Y si las cosas se ponen demasiado difíciles, me levanto de la cama y cambio de escenario. Así huyo de mi realidad. Hemos pasado estos últimos años sometidos a mucho estrés. Intentando controlar nuestros pensamientos para que nuestros días no se hicieran muy difíciles. Y cuando digo hemos me refiero a las cuatro personas que hemos sufrido esto sin descanso: Carlos, mis suegros y yo.
Cómo superamos ahora algo así, yo no lo sé. Pero les miro a ellos y veo esa fuerza, esas ganas de tirar hacia delante a pesar de no gustarles nada lo que le mundo les presenta. Veo en ellos esa mirada de Carlos de desafío, de tragar miedos, de parecer que todo está bien, de deseo para que al menos puedan mantenerse en pie. De ser conscientes de que lo único que importa es eso, que a pesar de todo, aunque la cosa esté muy negra, pueden seguir hacia delante. Es admirable… Porque les cuesta, les cuesta cada día y sobre todo les duele, les duele hasta lo más profundo de sus entrañas, pero ahí están. Son tan fuertes…
Hoy hace un mes que murió Carlos. Cómo me cuesta pensarlo!!! Pero yo sólo sé cambiar de escenario para que mis ideas no me hagan tanto daño. Estoy tan rota por dentro…
Anoche fue el concierto de Macaco aquí en Santa Cruz y el cantante se lo dedicó a un chico muy especial llamado Carlos al que todo el mundo conocía por Sapo. Fue un detalle. Le habría encantado.
Te quiero con locura mi vida. Ahora más que nunca te quiero tanto que hasta me duele. Te quiero siempre…

martes, 7 de julio de 2009

Como un perfume


En casa.

A veces pienso que lo que vivimos Carlos y yo es similar a los buenos perfumes: pequeño pero intenso. A veces creo que los más de nueve años y medio que pasamos juntos fueron como una vida entera para el resto, solo que nosotros lo vivimos de una forma más intensa, más profunda, con más sentido. Había días que nos sentábamos a hablar y siempre acabábamos con la misma conclusión: lo afortunados que éramos por poder estar juntos, por despertarnos cada día uno junto al otro, por poder tocarnos, acariciarnos y querernos de la forma que nos queríamos. Porque había momentos en los que no existía nadie salvo nosotros. Nos sentíamos tan completos… que ni la enfermedad podía quitarnos eso. Vivimos mucho en poco tiempo. Él me completaba, me hacía sentirme plena, hacía que no necesitara nada más, salvo estar a su lado. Daba igual donde fuera: en casa, con los amigos, en el hospital, encerrados día a día porque él no podía salir… Todo eso lo soportábamos porque estábamos juntos, lo demás no importaba. Nuestra frase más dicha era: “Estoy contigo, lo demás no importa”
Quizá por eso tuvimos un tiempo limitado y ya está…
Es curioso pensar que si tuviera que volver atrás haría todo exactamente igual. Y cuando digo todo, incluyo estos últimos años. A pesar del sufrimiento, a pesar de los malos momentos, siempre me sentí afortunada por tenerle y por compartir mi vida a su lado. Me siento orgullosa al pensar que ni siquiera los malos momentos pudieron con nosotros. Lo teníamos tan claro…
Como cambia la vida. Como de golpe, así de repente, todo lo que te rodea se desvanece, se esfuma, se pierde… Nadie piensa eso. Nadie…
Por eso ahora os miro a todos y os envidio. Porque vosotros podéis seguir disfrutando de lo que tenéis y es tanto, no os podéis hacer una idea. Vivir, aunque suene a frase hecha, pero vivir. Despertaros cada mañana sonriendo porque veis salir el sol, porque podéis dar un abrazo a la persona que queréis, porque podéis cumplir sueños, probar cosas nuevas, hacer cosas, sin más… Hacerlo por mí, pero sobre todo, hacerlo por Carlos, porque él lucho para eso.
Te quiero tanto, Carlos. Te quiero tanto o más que el primer día. Te quiero siempre…

domingo, 5 de julio de 2009

En casa


En casa.


Esta mañana he vuelto de Lanzarote. Me ha encantado ver a Rosi, y a las niñas, pero he de reconocer que quizá me precipité en hacer este viaje. Ha sido algo duro… Ahora estoy en casa y me siento más tranquila aquí, aunque creo que no es ese el sentimiento correcto, pero no sé definirlo de otra forma, al menos aún.
Hay gente que opina que debo dejar de escribir en el blog. Gente que lo dice, sin más y sin identificarse. Sé que para algunos es raro que escriba, e imagino que es normal, porque me resulta raro incluso a mí. No soy yo la que debería escribir estas letras. No debería siquiera hablar de esto. Este blog no se creó con este fin. Pero ahora es lo que hay…no hay más. Y a pesar de escribir en él sigo viviendo, a mi forma, a mi manera, adaptándome. Y sigo escribiendo en él porque necesito hacerlo, o puede que no, no lo sé… Pero yo no soy de las que dejan todo de golpe. Yo no soy de las que dan carpetazo y se disponen a olvidar y empezar de nuevo. Yo no soy de las que digo: “¿Y ahora qué?” Mi intención es aprender a continuar con mi vida, con mis recuerdos, con Carlos. Y si para ello tengo que ir poco a poco, lo haré. Y si para ello tengo que agarrarme a las cosas que él me dejó, lo haré. Y si necesito seguir entrando aquí, seguiré escribiendo. Porque lo que se ha visto en este blog desde el principio es la capacidad de lucha de todos los que hemos participado en él. Lo que hemos leído en todas estas líneas es que hay que tirar para delante, siempre, aunque las cosas se pongan muy difíciles. Y es lo que intento, con todas mis fuerzas, es lo que intento cada día…
Mi mundo se ha desmoronado de golpe e intento aprender a vivir en él…
Te quiero con locura, Carlos, mi amor, mi vida… Te quiero siempre…