miércoles, 28 de octubre de 2009

Descansar


Desde el trabajo.

Hoy estoy cansada. Cansada físicamente y mentalmente. Hoy me gustaría que alguien me cerrara los ojos y el alma y me dejara dormir. Pero eso no se puede hacer, ¿verdad? Me gustaría tanto dejar de sentirme así...
Hoy he subido al hospital para hacerme mi primera analítica de sangre para empezar con Héctor. Ha sido eterno, porque a pesar de ir concienciada, a pesar de llevarme pasatiempos, la espera ha sido demasiado larga. Lo he llevado bien, tranquila, intentando tener mi cabeza ocupada y no recordar demasiado, pero cuando me tocaba sacarme sangre me he encontrado con Cristina. Cristina fue la enfermera que nos atendió en el primer ingreso de Carlos. Desde entonces hemos mantenido muy buena relación. Se alegraba mucho con las buenas noticias, se preocupaba en los malos momentos. La he visto hoy y después de hablar con ella el mundo se me ha caido un poco encima. Me mantuve firme, aguanté las lágrimas, pero una enorme sensación de cansancio y de tristeza se apoderó de mí. Y aún está...
Estoy cansada, estoy muy cansada de mantener el tipo, de llevarlo bien, de ser fuerte, de obligarme a cosas. Pero lo malo es que no puedo evitar hacer lo que hago. Y ahora menos, que debo pensar y luchar por Héctor. Pero a pesar de todo necesito decir, aunque sea sólo una vez, que estoy demasiado cansada...
Carlos, mi amor, mi vida, ¿cómo voy a poder con esto? Te quiero tanto, mi lindo agaporne, te echo tanto de menos...Te quiero, te quiero siempre...

viernes, 23 de octubre de 2009

Cosas por hacer.


En casa.

Hoy empiezo algo importante y debo confiar en que saldrá bien.
Hoy a las once fui al módulo de fecundación para empezar con el tema de Héctor. Mi cuñada Maite me ha acompañado y junto a mí ha estado esperando casi una hora y cuarto de retraso. Cómo son los hospitales, siempre hacen lo mismo… La cuestión es que, una vez me ha tocado entrar, me han hecho una ecografía y una citología, me han mandado una analítica de sangre y me han explicado el proceso a seguir: me cambian el tratamiento, como yo sólo puedo disponer del esperma de Carlos hasta un año desde su fallecimiento, no se quieren arriesgar y quieren ir a lo más seguro. Tiene sus cosas buenas que es ir más al grano y sus cosas malas que es que me híper estimulen, es decir, que me hormonen tanto que retenga líquido en el abdomen y en el tórax, pero estoy dispuesta a correr ese mínimo riesgo. Ya me han mandado toda la medicación y el día 31 tengo que empezar inhalando unas hormonas cada 12h. Luego sólo es esperar a mi primer día de regla para llamar a mi médico, el Doctor Matani, y empezar en serio. Así que a esperar…
Salí nerviosa, muy nerviosa. Eran demasiados sentimientos entrelazados, pero también estaba emocionada, puede que tenga a nuestro hijo. Pero sé que no sólo va a consistir en eso. Para tener a Héctor y para que esto salga bien tengo otras tareas pendientes, entre las que están controlar mi estado emocional, controlar mis nervios y mis ataques de ansiedad y pensar en positivo, que quizá ahora es lo más difícil. ¿¿¿Cómo puedo pensar en positivo???
Tenemos otra tarea, grumetes. Tenemos otra razón para remar, todos… Pero una parte de mí se niega a tirar hacia delante, una parte de mí quiere seguir escondida y de vez en cuando me cuesta demasiado sacar la cabeza de mi agujero. Tengo que sentarme a pensar. Tengo que centrarme.
Carlos, mi amor, mi vida, cuánto te echo de menos… Cómo te recuerdo en cada instante, en cada movimiento, en cada lugar, en cada pensamiento… Te quiero tanto, corazón, échame una mano, ¿si? Te quiero, vida, te quiero siempre…

domingo, 18 de octubre de 2009

Buscando vuelos.


En Madrid.

Llevo unos días en mi tierra, en Cáceres, de ahí que no haya podido pasearme por aquí, a pesar de que pensaba en ello cada día. Ha estado bien, me ha gustado ver a los míos.
Ahora estoy en Madrid. Es domingo y mucha gente aún duerme. Estoy cansada y me duele la cabeza y hoy, casi desde ayer, pienso en Carlos más que nunca en estos días.
Es difícil disimular en algún sitio cuando no estás bien. La gente te mira, preguntando a escondidas y tú no quieres darles ningún motivo para que se preocupen, así que toda tú finges una sonrisa esperando que así dejen de preocuparse, dejen de mirarte y no se les ocurra preguntar. Hay veces que incluso, de fingir constantemente ese estado de ánimo, tú misma te lo crees y entonces, de golpe, como anoche, todo te viene a la cabeza, al alma y quieres salir corriendo. A pesar de eso creo que lo he hecho bien, estos días he estado en casa tranquila, haciendo que mis padres no se preocupen, estando con mis hermanos como si cualquier cosa, respondiendo a los que no se lo creían y pasando los días, que casi era lo que buscaba. Madrid quizá me supera algo más y por eso, aunque mi vuelo sale el martes, estoy buscando billetes para mañana. Tengo ganas de irme a casa. Tengo ganas de oler mi habitación, echarme en mi cama, mirar mis paredes, recordar sin reservas... Estoy un poco agobiada y me quiero ir a casa. Echo de menos mi día a día. Echo de menos mi burbuja.
Carlos, mi vida, mi amor, aquí no me gusta como te pienso, ni como te siento... esto es demasiado real aún y yo te quiero tanto, mi amor, te echo tantísimo de menos. Necesito volver a casa y acurrucarme en tí. Te quiero mi vida, te quiero de aquí hasta la Luna y vuelta. Te quiero siempre...

jueves, 8 de octubre de 2009

Bloqueada.


De madrugada.

Llevo más de una hora dando vueltas en la cama. Sé que hoy no voy a dormir más. Me desperté sobre las tres nerviosa, moviendo la pierna e intentando recordar algo que yo misma intentaba bloquear a la vez. He decidido levantarme, es mejor.
He terminado pensando en Maite y Juanjo, mis cuñados. Estaban en Las Palmas el día que nos llamaron desde el hospital para decirnos lo de Carlos. Recuerdo estar en el pasillo de la UCI, dando vueltas mientras veía cómo el médico hablaba con mis suegros y con ellos dos. Recuerdo que no quería pensar y que no dejaba de moverme. Me bloqueé. No quería escuchar, no quería saber nada. Es como si mi cabeza me repitiera todo el rato que no pasaba nada, que tenía que mantenerme fuerte, que tenía que estar serena, por eso no podía escuchar nada: “Ana, no les escuches, no les escuches, tienes que ser fuerte para lo que viene, tienes que ser fuerte… no les escuches, ellos no saben nada...”
A veces pienso que tenía que haber hecho más. Me preguntaron que si quería entrar a verle y no lo hice porque mi cabeza me repetía constantemente que tenía que mantenerme fuerte y no quería ver lo que pasaba. Ahora pienso una y otra vez que tenía que haber hecho más. Estar ahí, con él y no estuve… Sólo intentaba no llorar.
Pienso en Maite y Juanjo y en lo que me alegró que estuvieran allí. Juanjo nos hacía reír a todos y Maite nos transmitía tanta paz.
Hay momentos en los que de golpe todo mi mundo se desmorona, como un castillo de naipes, y los pensamientos invasivos se agolpan en mi cabeza haciendo que todo se bloquee. ¿Qué voy a hacer con mi coco? Como le decía a Carlos en los malos momentos, creo que en ocasiones hay que dejarse caer para intentar levantarse con más fuerza, al menos intentarlo. Por eso escribo aquí, por eso se creo este blog, para soltarlo todo y agarrarse a lo que sea para seguir intentándolo.
Carlos, mi vida, ¿dónde estás? Te echo tanto de menos… Te quiero muchísimo, mi amor, te quiero siempre…

lunes, 5 de octubre de 2009

Que sea como tú.



En casa.

De repente voy a tener muchas cosas que hacer: el viernes me subo a un avión con destino a mi pueblo. Allí estaré una semana, para ver a mi familia. Hace casi un año que no voy a mi casa. La última vez que los vi a todos fue en la incineración de Carlos. Vino casi toda mi familia. Incluso mi hermana Belén, que odia los aviones. Es triste pensar que montó en avión por primera vez para algo así. Me habría gustado que vieran mi casa con otro motivo. Muchos de mis hermanos era la primera vez que venían. Ese día estaban en mi casa casi todos. Ahora vuelvo yo. Y la verdad es que no me apetece mucho. Me da miedo salir de mi burbuja. Alejarme de mi espacio.
Luego me voy cuatro días a Madrid. Allí también hay gente que quiere verme. Entre ellos muchos amigos de Carlos que no pudieron estar aquí. Por otro lado está el hecho de ir de nuevo a Madrid. Madrid, Carlos y yo podríamos decir que somos uno...
Cuando vuelva a casa el día 21 tengo cita para terminar de arreglar todos los papeles de Carlos, hacienda, el registro de la casa... Terminar con una serie de documentación necesaria para dejarlo todo arreglado.
Y por último, el día 23: Hector. Por fin empiezo con nuestro sueño. No quiero pensar mucho sobre ello. No quiero darle mucha más importancia de la que tiene. No creo que sea bueno. Pero sí, empiezo con Hector.
Como podéis ver voy a tener unos días en los que voy a tener que mantener el tipo. Estar con la cabeza alta, con la cabeza bien puesta y no dejarme llevar para demostrarle al mundo entero que puedo con esto. Porque una idea que se me repite constantemente estos días es que todo esto, todo lo que pienso, todo lo que siento y mi lamentable vida es asunto mío. Sólo mío. Es mi lucha, algo que no puedo explicar, algo que nadie logra entender. Por eso, lo que para mí se presenta como unas vacaciones un poco agridulces el resto piensa que me sentarán bien. Y cómo explicar que no es así?
Pero mis semanas terminaran con el enano. Con el comienzo de una vida que espero que me llene tanto que casi no entre en mí. Con un suceso que es a la vez lo más alegre y lo más triste. Pero también será mío...
Te quiero, Carlos. Sigo llorando cada vez que te lo digo en alto. Te quiero, mi amor. Y espero que nuestro hijo tenga tus pies y, como desea todo el mundo, que también tenga tu nariz. Te adoro, vida, te quiero siempre...