jueves, 26 de noviembre de 2009

Esto empezó.


En casa.

Hoy me han extraído nueve óvulos. El siguiente paso es fecundarlos con el esperma de Carlos y esperar que todos ellos tiren para delante. Mañana debo llamar para saber cuantos han ido bien y cuando me los transfieren. No creo que tarden mucho. Con suerte el sábado o el domingo me meterán dos cigotos. Y ahí empezará el milagro. Y ahí debemos cruzar todos los dedos y esperar con el mayor entusiasmo que todo vaya bien. La cosa ya está hecha. Esto empezó ya.
Hoy estoy algo dolorida. Pero por primera vez el dolor es físico, es decir, superable. Estos días me tocará estar en casa, en reposo y tranquila. Todos me dicen que intente no estar nerviosa y procure no pensar demasiado. Pero eso es imposible... Pienso en mis futuros enanos, porque pienso en dos. Pienso en quedarme embarazada, en tener un hijo de mi marido, pienso en Carlos, pienso mucho en Carlos e intento no hacerlo porque sin poder evitarlo me pongo a llorar... Es triste que una embarazada llore, no?
Hace mucho que no escribo, lo que no quiere decir que no os lea. Sencillamente es que no sé que decir. De repente es como si me hubiera quedado muda y no supiera de qué hablar. Todo es tan mecánico.. Además ahora estoy metida en esto. Me he centrado tanto en este sueño que todo lo demás lo mantengo algo alejado. No sé, es raro...
Pienso en mis futuros hijos. Dicen que debo visualizarlo para que todo salga mejor. Y pienso en dos niños. Dos niños preciosos, iguales a su padre, felices y creciendo dentro de mí. Lo veo tan claro como cuando supe desde el primer día que vi a Carlos que me casaría con él. Deseo con todas mis fuerzas poder daros buenas noticias pronto. Mientras tanto lo siento, debemos tener paciencia, aguantar un poquito y remar con ánimo para que todo salga bien, así que ya saben, os quiero a todos con los dedos cruzados, de acuerdo?
Carlos, mi vida, mi amor, te quiero cada día más que nunca. Ojalá nuestro sueño se cumpla. Te quiero tanto que duele... Te adoro mi amor, te quiero, siempre...

miércoles, 4 de noviembre de 2009

San Carlos.


En casa.

Hoy ha sido el santo de Carlos. Llevo acordándome desde que me levanté. Él siempre decía que nadie se acordaba de su santo y me obligó a aprendérmelo para que le felicitara cada año. La primera vez que me acordé sin que él me dijera algo sonrió de oreja a oreja. Que bueno es cuando esas pequeñas cosas te hacen ser feliz. Y Carlos estaba llena de grandes y de pequeñas cosas que le hacían ser feliz.
Este año me he acordado de nuevo...
Mis hormonas aún no están haciendo mucho, al menos eso creo. Por ahora sólo estoy con las inhaladas y lo llevo bien. Tengo ganas de empezar de lleno con todo el proceso. Ya queda menos. E intentaré estar tranquila, sobre todo estar tranquila.
Estas semanas se me están pasando volando. Es raro, como si pasaran rozándome, como si no recordara nada o ni sintiera nada. Imagino que es porque hago las cosas por pura inercia. Lo único que me agobia un poco son todas las cosas nuevas que empiezo, las tareas que me he marcado para estar más tranquila, mi preparación para Héctor. Pero creo que todo lo que haga para cumplir mi sueño, por mucho que me cueste, siempre será bueno. Tengo muchas ganas de tener a Héctor. Es el único sueño, de los que teníamos Carlos y yo, que puedo cumplir...
Carlos, mi vida, felicidades por tu santo... Te quiero tanto, mi amor, te quiero hasta la luna y vuelta, te quiero siempre...