lunes, 27 de julio de 2009

Mirarse.


En casa.


Cuando entro en el blog intento no mirar nada. Sólo una página en blanco donde pretendo escribir lo que se me pasa por la cabeza. Unas veces puedo, otras no.
A veces sí soy capaz de mirar y entonces me encuentro con la cara de Carlos explicando la intención de este blog. Leo su optimismo, sus ganas, su fuerza…
Últimamente me ha dado por pensar que Carlos no me contaba todas sus cosas. Que incluso conmigo fingía para no hacerme daño, para no hacerme sufrir. Con su hermano Javi habló de lo que quería si esto salía mal. Le dijo que hablara con Rafa, su médico, el gran Rafa para darle las gracias. Le contó que quería que yo tuviera a Héctor si las cosas no salían bien. Habló con algunos de sus hermanos sobre el miedo por mí, por él, por lo que creía que me estaba haciendo… A mí no me contó nada de eso. A veces creo que estaba más triste de lo que yo imaginaba, y eso que sabía que estaba triste, igual que lo estaba yo. Eso hace que me sienta algo fracasada, porque a veces pienso que no supe estar ahí para esos pensamientos, para esas dudas, para esos miedos.
Quizá nos esforzamos tanto los dos por estar bien que nos ocultábamos cosas.
Me habría gustado estar más… Pero creo que si nos hubiéramos metido de lleno en esos temas habríamos perdido nuestra esencia, nuestro espíritu de lucha, nuestros sueños de que todo saldría bien.
Le quiero tantísimo. Quise estar ahí para todo y sólo espero que él lo sintiera así. Pero no dejo de pensar las veces que estuvo triste y no quiso contármelo guardándoselo todo para él. Pobrecito mío…
Sin embargo fuimos felices, fuimos muy felices a pesar de la enfermedad. Vivimos todo lo que pudimos vivir, vivimos porque nunca nos rendimos ni dejamos que pudieran con nosotros e intento agarrarme a eso aunque ahora no funcione mucho ya que al final no salió como deseábamos.
Me da tanto miedo pensar que pude hacer más, que pude hacérselo todo más fácil, que a veces soy yo la que no me quiero mirar. Quizá porque ya no tengo ningún motivo para fingir…
Te quiero, mi amor, te quiero muchísimo, te quiero siempre…

sábado, 25 de julio de 2009

Ordenadores


En casa.

Se me ha estropeado el ordenador y esta semana he tenido que arreglarlo. Es una forma de decirlo porque la verdad es que yo no entiendo nada de estos aparatos y tuve que llamar a mi cuñado Juanjo para que me lo arreglara. Por lo visto tenía un virus o más bien uno de los programas que instaló Carlos en su día debió estropear la instalación inicial del ordenador. La cosa es que estaba hecho una patata. Despues de intentarlo todo Juanjo se dio cuenta de que la única solución era borrar el disco duro y hacer que el ordenador empezara de nuevo. Decisión difícil porque eso implicaba borrar toda la información que había en él. Hicimos una copia de seguridad de todo lo que yo consideraba importante: fotos nuestras desde el año 2000, videos, documentos... Recuerdo a Juanjo que no quería apretar el botón porque le daba miedo que algún día quisiera ver algo y me diera cuenta de que lo habíamos borrado. Le dije que no importaba, que borrara el disco duro y lo hizo.
Ahora el ordenador ya no es nuestro, es mío... Ahora tengo un ordenador vacío, impersonal y que no sé casi usar y eso me enfada...
Como le respondí a Juanjo: " qué importa, una cosa más que desaparece, tenemos otra opción?"...
A veces no nos damos cuenta pero nos agarramos a cosas físicas que no tienen importancia. Guardamos cantidad de cosas: fotos, notas, objetos, ropa, que pensamos que son indispensables a pesar de tenerlas guardadas como tesoros que vemos una vez al año. Pero nos convencemos de que esas cosas dan sentido a nuestra vida y necesitamos saber que están ahí, guardadas en algún sitio. Y un día las buscamos y vemos que ya no están y sentimos que se para el mundo y nos disgustamos por haber perdido esa foto o esa nota o ese objeto que nos hacía recordar algo. Pero de lo que no nos damos cuenta es de que sólo son eso: objetos, y que lo importante son otras cosas.
Ahora tengo mi casa llena de ellos.
Este será el primer mes que cobre mi pensión de viudedad. No me gusta pensar en ello.
Te quiero con locura Carlos y mi corazón, mientras late, sigue gritando tu nombre. Te quiero siempre...

domingo, 19 de julio de 2009

Palabras.


En casa.

Debería saber qué decir. Debería poder sentarme ante el teclado y poder contaros cosas, pero la realidad es que no soy capaz. Nunca se me ha dado bien hablar de mis sentimientos. Nunca he sido capaz de expresar con palabras lo que pienso. Y ahora, a veces, cuando tengo ganas de entrar en el blog, continuarlo y escribir, de repente me quedo en blanco y no sé qué decir… Creo que sin querer me estoy cerrando poco a poco y no quiero sacar esos pensamientos a los que Carlos llamaba “pensamientos invasivos”. A veces creo que nadie me entendería… Por eso a veces me planteo dejar de escribir en el blog. Lo que ocurre es que es más fuerte mi deseo de seguir entrando.
Buscar palabras para explicar mí día a día, ¿cómo hacerlo cuando ni yo misma me permito pensar? Estoy constantemente evadiendo ideas y recuerdos. Quizá por eso tampoco quiero contaros nada. No quiero pensar, no quiero recordar, sólo quiero que pasen los días mientras busco una respuesta que alivie mi desesperación. Pero no la hay, verdad?
Sólo necesito tiempo, un poco más de tiempo. Lamento que tengáis que leer estas entradas. Darme algo más de tiempo…
Mañana empiezo a trabajar y por primera vez no tengo ganas de hacerlo.
Buscar palabras para explicaros lo que siento, es tan difícil…
Te quiero Carlos. Te quiero muchísimo. Te quiero más que a nada en el mundo. Te quiero siempre…

martes, 14 de julio de 2009

Sin ganas.


En casa.

Últimamente no tengo ganas de nada. No tengo ganas de salir. No tengo ganas de levantarme. No tengo ganas de estar con gente. No tengo ganas de hablar… Por eso me obligo a lo más básico y a tareas que, sin darme cuenta me he puesto como propósito de mis vacaciones. Pero por lo demás, no tengo ganas de nada.
Estoy arreglando todo el papeleo del tema de Carlos. Quiero dejarlo todo hecho para que mis suegros luego no tengan que estar de un lado para otro. Bastante tienen. Uno no se imagina todo lo que hay que hacer: certificado de últimas voluntades, escrituras, cambio de titularidad en contratos básico como el agua, la luz, el teléfono, escrituras ante notario sobre la declaratoria de herederos… Papeles y más papeles que quiero arreglar antes del día 20.
Pero no tengo ganas de nada… Por eso, desde aquí, pido disculpas a la gente que me llama y no les contesto al teléfono, personas que insisten en hacer cosas o que sólo quieren saber como estoy. Siento no estar ahí, al menos por ahora. Pero estoy algo distante, apática, no sé.
Pienso en Carlos constantemente. Le sigo buscando por algún sitio al que no logro llegar. Sigo intentando recordar su voz… Lo único que no cambia nunca es el amor que siento por él, eso es constante.
Te quiero con locura, mi vida. Sigo siendo yo, tu pequeño agaporne enamorado. Te quiero, amor, te quiero siempre…

sábado, 11 de julio de 2009

Fuerza


En casa.

Hay personas que están hechas de otra forma, de otro material. Hay personas que, ante momentos muy difíciles, se crecen, se superan, se refuerzan. No sé de donde lo sacan. Ese chip que de repente se enciende y hace que todo deje de tener el sentido que tiene e intenten cambiarlo de forma. Hay personas fuertes… Carlos era uno de ellos y me impresiona ver que mis suegros también son así, de algún sitio debió sacarlo su hijo, no?
Día tras día me levanto e intento parar un momento para clasificar mis ideas. Me digo: “En esto sí pienso o en esto no”. Y si las cosas se ponen demasiado difíciles, me levanto de la cama y cambio de escenario. Así huyo de mi realidad. Hemos pasado estos últimos años sometidos a mucho estrés. Intentando controlar nuestros pensamientos para que nuestros días no se hicieran muy difíciles. Y cuando digo hemos me refiero a las cuatro personas que hemos sufrido esto sin descanso: Carlos, mis suegros y yo.
Cómo superamos ahora algo así, yo no lo sé. Pero les miro a ellos y veo esa fuerza, esas ganas de tirar hacia delante a pesar de no gustarles nada lo que le mundo les presenta. Veo en ellos esa mirada de Carlos de desafío, de tragar miedos, de parecer que todo está bien, de deseo para que al menos puedan mantenerse en pie. De ser conscientes de que lo único que importa es eso, que a pesar de todo, aunque la cosa esté muy negra, pueden seguir hacia delante. Es admirable… Porque les cuesta, les cuesta cada día y sobre todo les duele, les duele hasta lo más profundo de sus entrañas, pero ahí están. Son tan fuertes…
Hoy hace un mes que murió Carlos. Cómo me cuesta pensarlo!!! Pero yo sólo sé cambiar de escenario para que mis ideas no me hagan tanto daño. Estoy tan rota por dentro…
Anoche fue el concierto de Macaco aquí en Santa Cruz y el cantante se lo dedicó a un chico muy especial llamado Carlos al que todo el mundo conocía por Sapo. Fue un detalle. Le habría encantado.
Te quiero con locura mi vida. Ahora más que nunca te quiero tanto que hasta me duele. Te quiero siempre…

martes, 7 de julio de 2009

Como un perfume


En casa.

A veces pienso que lo que vivimos Carlos y yo es similar a los buenos perfumes: pequeño pero intenso. A veces creo que los más de nueve años y medio que pasamos juntos fueron como una vida entera para el resto, solo que nosotros lo vivimos de una forma más intensa, más profunda, con más sentido. Había días que nos sentábamos a hablar y siempre acabábamos con la misma conclusión: lo afortunados que éramos por poder estar juntos, por despertarnos cada día uno junto al otro, por poder tocarnos, acariciarnos y querernos de la forma que nos queríamos. Porque había momentos en los que no existía nadie salvo nosotros. Nos sentíamos tan completos… que ni la enfermedad podía quitarnos eso. Vivimos mucho en poco tiempo. Él me completaba, me hacía sentirme plena, hacía que no necesitara nada más, salvo estar a su lado. Daba igual donde fuera: en casa, con los amigos, en el hospital, encerrados día a día porque él no podía salir… Todo eso lo soportábamos porque estábamos juntos, lo demás no importaba. Nuestra frase más dicha era: “Estoy contigo, lo demás no importa”
Quizá por eso tuvimos un tiempo limitado y ya está…
Es curioso pensar que si tuviera que volver atrás haría todo exactamente igual. Y cuando digo todo, incluyo estos últimos años. A pesar del sufrimiento, a pesar de los malos momentos, siempre me sentí afortunada por tenerle y por compartir mi vida a su lado. Me siento orgullosa al pensar que ni siquiera los malos momentos pudieron con nosotros. Lo teníamos tan claro…
Como cambia la vida. Como de golpe, así de repente, todo lo que te rodea se desvanece, se esfuma, se pierde… Nadie piensa eso. Nadie…
Por eso ahora os miro a todos y os envidio. Porque vosotros podéis seguir disfrutando de lo que tenéis y es tanto, no os podéis hacer una idea. Vivir, aunque suene a frase hecha, pero vivir. Despertaros cada mañana sonriendo porque veis salir el sol, porque podéis dar un abrazo a la persona que queréis, porque podéis cumplir sueños, probar cosas nuevas, hacer cosas, sin más… Hacerlo por mí, pero sobre todo, hacerlo por Carlos, porque él lucho para eso.
Te quiero tanto, Carlos. Te quiero tanto o más que el primer día. Te quiero siempre…

domingo, 5 de julio de 2009

En casa


En casa.


Esta mañana he vuelto de Lanzarote. Me ha encantado ver a Rosi, y a las niñas, pero he de reconocer que quizá me precipité en hacer este viaje. Ha sido algo duro… Ahora estoy en casa y me siento más tranquila aquí, aunque creo que no es ese el sentimiento correcto, pero no sé definirlo de otra forma, al menos aún.
Hay gente que opina que debo dejar de escribir en el blog. Gente que lo dice, sin más y sin identificarse. Sé que para algunos es raro que escriba, e imagino que es normal, porque me resulta raro incluso a mí. No soy yo la que debería escribir estas letras. No debería siquiera hablar de esto. Este blog no se creó con este fin. Pero ahora es lo que hay…no hay más. Y a pesar de escribir en él sigo viviendo, a mi forma, a mi manera, adaptándome. Y sigo escribiendo en él porque necesito hacerlo, o puede que no, no lo sé… Pero yo no soy de las que dejan todo de golpe. Yo no soy de las que dan carpetazo y se disponen a olvidar y empezar de nuevo. Yo no soy de las que digo: “¿Y ahora qué?” Mi intención es aprender a continuar con mi vida, con mis recuerdos, con Carlos. Y si para ello tengo que ir poco a poco, lo haré. Y si para ello tengo que agarrarme a las cosas que él me dejó, lo haré. Y si necesito seguir entrando aquí, seguiré escribiendo. Porque lo que se ha visto en este blog desde el principio es la capacidad de lucha de todos los que hemos participado en él. Lo que hemos leído en todas estas líneas es que hay que tirar para delante, siempre, aunque las cosas se pongan muy difíciles. Y es lo que intento, con todas mis fuerzas, es lo que intento cada día…
Mi mundo se ha desmoronado de golpe e intento aprender a vivir en él…
Te quiero con locura, Carlos, mi amor, mi vida… Te quiero siempre…