martes, 15 de febrero de 2011

Faltan horas...


Y es que de repente el día se ha quedado sin horas. No tengo tiempo para nada desde que he empezado a trabajar. Por un lado genial, porque casi no puedo pensar ni darle vueltas al coco, pero por otro lado, no paro... Me levanto a las seis, me ducho de forma sigilosa para no despertar a la enana, me arreglo para luego despertarla y arreglarla a ella. Desayuna y a la guarde mientras yo voy al trabajo. Salgo a las tres y la voy a buscar, llegamos a casa, como rápido y le doy la merienda. Hago mi comida del día siguiente, cuando ella me deja, y luego un minipaseo. A las ocho baño, cena y a dormir. Termino tirada en el sofá, deseando que se pare el tiempo.
Como podéis ver la enana está preciosa. Es sonriente, muy sonriente y no extraña a nadie. En la guarde le va muy bien y lo único malo es que ha estado con una bronquitis que no termina de curarse. Eso hace que algunas noches las pasemos en vela, yo más que ella. Pero es increíble lo rápido que crece. La semana que viene ya hace seis meses. Tengo ganas de que haga buen tiempo para llevarla a la playa y poder meterme en el mar con ella...
Nuestros días son rápidos y creo que llenos de amor. Me encanta abrazar a mi niña...
Echo mucho de menos a Carlos. Me entra una rabia inmensa cada vez que pienso lo mucho que habría disfrutado con esto. Sueño con él, sueño contigo, mi amor...
A veces me despierto por la noche y siento que duerme a mi lado, me acurruco e intento recordar como era abrazarnos, lo echo tanto de menos.
Carlos, mi vida, nuestra hija es tan alegre como tú, tiene tu risa y tu viveza en los ojos... Te quiero con locura, mi amor, te quiero tanto que duele, te quiero siempre...