martes, 30 de junio de 2009

Vacaciones


En casa.

A veces pienso que a Carlos no le gustaría en lo que se ha convertido el blog. Ya no habla de optimismo. Ya no habla de lucha. Ahora aparezco yo, con mis pequeños gritos de dolor y deseando mandarlo todo al carajo, y me da la sensación de que lo estoy echando a perder. ¿Quién aguantará esto tanto tiempo?… Éste era el blog de Carlos y lo que ocurre es que me niego a cerrarlo, me niego a dejar de entrar en él porque es como si siguiera dejando viva una parte suya, no sé como explicarlo… Necesito seguir entrando aquí, aunque a veces me de la sensación de que lo estoy estropeando.
Hoy ha sido mi último día de trabajo. Mañana ya estoy de vacaciones hasta el día 20. Y todo se me hace un poco cuesta arriba… Esto no era lo planeado.
He decidido irme a Lanzarote a ver a Rosi, mi cuñada, mi hermana. Acaba de tener a Eva y ha estado allí estas semanas sola, con todo lo que ha tenido que pasar mi pobre... Y seguro que ha sido duro. Me apetece verla, mucho, y conocer a nuestra nueva sobrina Eva. Recuerdo que la única vez que estuve allí fueron días antes de que naciera Paula, su primera hija, y fui con Carlos. Otra isla que conocimos juntos. Lo pasamos tan bien, porque es un sitio muy tranquilo y precioso, además de que era el primer viaje que él hacía desde su primer trasplante. Espero entretenerme con las enanas y no pensar demasiado, aunque eso es inevitable.
Los días pasan, uno tras otro, sin piedad. Y es como si cada vez se hiciera más palpable la ausencia de Carlos…
Gracias por estar ahí, a todos. Es cierto que nuestro capitán supo buscar una buena tripulación, capaces de remar como nadie. Es un gran alivio…
Te quiero mucho, mi vida, tanto que casi no puedo respirar. Te quiero, siempre…

domingo, 28 de junio de 2009

Querer o deber


En casa.

Casi todo el mundo me dice lo que debo hacer. Sé que lo hacen por mi bien, por echar una mano. Pero estoy segura que nadie sabe por lo que estoy pasando…
La frase que más escucho es la de que hay que tirar para delante y ser feliz porque es lo que Carlos querría…
Carlos era una persona muy fuerte. ¿Quién lo iba a decir de ese niño pequeño que siempre estaba malito, verdad? Pero sí, Calos era muy fuerte. Recuerdo el primer día que me dijo lo de su enfermedad. Estábamos sentados en el salón, me dijo que todas sus pruebas hacían hablar de cáncer y me miró. Mi respuesta fue sencilla: ¿Y qué hay que hacer? Decidimos tomarnos la enfermedad como algo sin importancia. La llamábamos el Alien y la comparábamos con una gripe algo más larga. Él nunca se quejó. Nunca. Escuchaba a los médicos, hacía todo lo que le decían. Intentaba entender todo lo que le pasaba. Conocía su cuerpo mejor que nadie. Siempre tenía una palabra amable para todo el mundo: las enfermeras, los auxiliares, los compañeros de hospital… Y nunca quiso que los demás supieran lo que sufría. Eso era para nosotros dos. Eso teníamos que superarlo nosotros dos, juntos, agarrados de la mano y sin miedo.
Carlos vivió todo esto de esa forma no porque quisiera, sino porque debía hacerlo. Él debía tirar para delante, debía poder con esta enfermedad por mí, por sus padres a los que adoraba y no quería que sufrieran, por sus hermanos, sus amigos… Él debía hacerlo aunque se cansara, aunque a veces no tuviera fuerzas… Porque cuando le pasaba eso, nos mirábamos, descargábamos en nuestra intimidad y decíamos de nuevo: Hay que seguir, juntos vamos a poder con esto. Y volvía con su deber.
Hay una diferencia muy grande entre lo que uno quiere y lo que uno debe. Porque Carlos no quería haber pasado por todo esto, pero nos tocó, y por eso su deber era hacerlo lo mejor posible, como todo lo que él hacía. Y lo hizo, lo hizo muy bien y puso todo su empeño, toda su fuerza y toda su alma… Y es así como se superan las cosas y es así de la única forma que tienes una oportunidad…
Yo no quiero ser feliz ni tirar para delante, pero sé que debo hacerlo. Lo que pasa es no tengo fuerzas y mi alma, mi alma está buscando a Carlos, porque juntos era como superábamos las cosas y ahora estoy sola. Sé que debo ser feliz y tirar para delante pero primero tengo que aprender a vivir sin él. Y por ahora no puedo y no quiero…
Te adoro, mi vida. Te quiero con locura, Carlos, te quiero siempre…

jueves, 25 de junio de 2009

Ante el mar.


En casa.

Mi madre se fue el miércoles por la mañana. Respiré hondo, le dije lo mucho que la quería y la dejé ir. Tenía que enfrentarme a mi casa. Tenía que asumir mi soledad. Y aunque intenté ser todo lo fuerte posible, después del trabajo ya entré llorando a casa…
Sé que es duro. Sé que es difícil y me encantaría saber soltar todos estos pensamientos que llevo tan adentro, pero por más que lo intento o me lo propongo, se quedan ahí, escondidos en mi corazón. Como el pensamiento constante de Carlos, que aparece una y otra vez. No se va de mi cabeza. Nunca.
Quiero conservarlo todo. No tocar nada. Quiero seguir pensando que está en algún sitio al que yo no puedo llegar, pero que está en algún sitio… Pienso en el mar, que a veces me consuela y otras no. Quiero estar con mi marido. Quiero estar con el hombre de mi vida. Quiero verle, abrazarle, besarle, despacio, por toda su cara, como hacía al despedirme por las mañanas antes de irme al trabajo. Quiero olerle. Sentirle y acariciar sus pies con los míos mientras duermo. Quiero preguntarle las cosas que no entiendo. Hablarle sin parar de mis chorradas. Decirle que no se muerda las uñas. Dejarle que me masajee los pies…. Quiero tener a Carlos conmigo…
Pienso en su lucha y estoy orgullosa, muy orgullosa. Porque creo que en los momentos difíciles hay que levantar la cabeza, mirar al mundo y gritarte que vas a poder con ello. Y Carlos lo hizo así. A pesar de su enfermedad, a pesar de sus visitas al hospital, Carlos siguió viviendo con toda su alma. Porque siempre fue nuestra única forma de enfrentarnos a esto. Y eso me hace estar muy orgullosa de él.
Carlos, mi amor, te quiero, mi vida, te quiero siempre…

martes, 23 de junio de 2009

Noche de San Juan


En casa.

Hoy es la noche de San Juan. La noche de las brujas. La noche mágica. Hoy le he pedido a la gente que pida deseos, deseos que a mí no se me han cumplido, a ver si ellos tienen más suerte.
Se supone que este año Carlos disfrutaría de esta noche en casa. Vería las hogueras conmigo, ya que desde que nos vinimos a vivir aquí, hace ya más de tres años, siempre estaba ingresado en el hospital y yo tenía que contarle por teléfono todo el barullo que había en nuestro barrio. Él me escuchaba, contento, diciéndome que lo vería al año siguiente. No ha podido ser… Aunque ahora está en su mar, y desde allí podrá ver todo lo que quiera. Es eso lo que debo pensar, no?
Yo hoy veré las hogueras. Pensaré en él, desearé que esté a mi lado e intentaré llevarlo lo mejor posible. Es lo único que os puedo prometer. Me alegraré de que esta noche sea la noche más corta del año. Ya es un comienzo. Sigo echándole mucho de menos. Demasiado para manifestarlo abiertamente. Pero lo haré en la intimidad. Disfrutaba tanto de este tipo de noches. Carlos aprovechaba cualquier excusa para hacer una fiesta. Así que sonrían, disfruten y pidan deseos. Seguro que él, si está en su mano, hará todo lo posible para que se cumplan. Porque hay que soñar, a pesar de lo que la vida te depare, hay que seguir soñando.
Carlos, mi amor, mi vida, te quiero, siempre… te quiero tanto…

sábado, 20 de junio de 2009

Un día con nubes.


En casa.

Ayer leí uno de los comentarios de una de las enfermeras de la UMI en el que ponía que Carlos luchó, luchó mucho. Me he pasado toda la noche pensando en esa frase: “te digo que lucho y lucho porque en esa situación todos nos sorprendíamos que pasara un día y otro y otro…” Y me pregunto quién de los que conocemos a Carlos dudaba de que fuera a ser así.
Mi niño, mi vida… Yo sé de sobra que hizo todo lo que pudo… Y me pregunto una y otra vez cómo voy a poder vivir con esto… Terminé tomando a las dos de la mañana algo para dormir porque mi mundo se estaba desmoronando demasiado.
A veces me encantaría poder dejaros mis ojos, mi corazón para enseñaros cómo veía yo a Carlos. Era mi todo. Era perfecto. Esas ganas de vivir, de pensar que siempre había otra opción. De que si había una posibilidad, por pequeña que fuera, a esa había que agarrarse, de su gran amor hacia todos los suyos… Y yo me siento algo pequeña comparada con él, porque no soy capaz de hacer como él, no soy capaz de encontrar ese lado bueno, plácido, agradable y esperanzador. Porque cuando Carlos se derrumbaba se apoyaba en mí y cuando lo hacía yo, me apoyaba en él… él siempre decía lo mismo: “Ana, hay que derrumbarse de vez en cuando para levantarse con más fuerza, es bueno”.
Ojala todo el mundo tenga una casa llena de recuerdos felices a la que volver.
Ojala todos podáis disfrutar de cada mañana de sol.
Ojala podáis estrechar entre vuestros brazos a la persona amada sintiendo que es lo mejor del día.
Ojala no dejéis de tener planes y sueños que cumplir, aunque sean pequeños.
Ojala todos tengáis las mismas ganas de vivir que siempre ha tenido Carlos, su tesón, su fuerza, su valentía.
Ojala que todos lo que me leen posean todo esto que ahora yo no tengo.
Hay que seguir remando. Como sea, aunque sea con los dientes. Carlos debería ser una enseñanza de vida por luchar con todas sus fuerzas…
Te quiero mi vida, te quiero siempre…

jueves, 18 de junio de 2009

Una semana


En casa.

Hace una semana que murió Carlos. Mi marido, mi vida, la mejor parte de mi existencia…
Recuerdo que por octubre del 2008, cuando Carlos ya sospechaba su recaída y empezaban de nuevo las pruebas, él me dijo tirados en nuestra cama: “Ana, mi vida, entendería que quisieras dejarme, que no soportaras una recaída más, que quisieras vivir tu vida…”. Yo le miré, con lágrimas en los ojos y mi respuesta fue sencilla: “ Mi amor, no sólo quiero estar contigo en esto, sino que quiero estar contigo siempre, y si me aceptas y te parece bien, quiero casarme contigo ahora, cuanto antes, porque te quiero, mi vida y juntos podremos con todo”. Me dijo que sí y sonreímos los dos.
Amo a Carlos como jamás he querido a nadie y siempre hemos sido uno, queriendo estar juntos ante todo, por eso la noche del domingo eché sus cenizas sobre mi cuerpo antes de sumergirme en su playa de Las Gaviotas. Quería sentirle conmigo, ser mío una vez más…
Sé que él querría que estuviera bien. Sé que a él le encantaría vernos a todos sonreír. Porque él sonreía siempre. Nunca se rindió, ni en sus peores momentos. Nunca se cansó y mira que se lo pusieron difícil. Por eso es un ejemplo a seguir. Porque a pesar de las adversidades él nos demostró que hay que vivir. Siempre. Y disfrutar de los pequeños momentos. Aunque esto nos parezca difícil tenemos que mirar para adelante y decir su frase de: “Estamos en esto para ganar”. Así que ganemos, ganemos por él, hagamos honor a su lucha, y cuando tengamos momentos de flaqueza, miremos al mar y pensemos que nuestro capitán guía nuestro barco. Que él sigue ahí, remando y esperándonos…
No sé cómo vivir sin ti, mi amor…
Te quiero con toda mi alma, Carlos, te quiero siempre…

martes, 16 de junio de 2009

Entre las olas.


En casa.

Ayer encontré una postal de Carlos por nuestro aniversario escrita en marzo del 2009. Es una postal enorme, de esas con muchas dobleces y muchos dibujos. Entre dichas dobleces encontrabas barcos, días de lluvia, diás de mucho calor... y él me iba comentando lo que le significaban esos dibujos. En uno de ellos están la pareja protagonista cerrando el paraguas y viendo como sale el sol y las palabras que me escribió fueron estas:
" Porque vida, cuando salga el sol estaremos mejor y podremos salir a dar una vueltecita, al cine o una escapada a comer. Incluso aunque ahora nos parezca que no, tú y yo ya sabemos por experiencia que el sol sale y nos ilumina. Y dos lagartijas como nosotros necesitan pocas excusas para menear el trasero. Y con las nubes, ya sabes, comidita rica, pelis, nuestro precioso sofá y la camita en la que tan agusto estamos".´
Me decía muchas más cosas que prefiero mantenerlas para mí, pero quería contaros esto. Quería que viérais su capacidad para tirar para delante, siempre mirando más allá con optimismo. Siempre viendo el sol incluso en los días de lluvia y siempre queriendo demostrarme que incluso cuando las cosas están feas, llegarán momentos tranquilos.
Ahora no puedo verlo. No puedo ver el sol. No puedo sonreir. Sólo acaricio nuestro sofá, me estremezco en nuestra cama... Pero quiero hacerle el honor a Carlos de pensar que todo pasará, y que como él me decía una y otra vez, volveremos a disfrutar de todo lo que nos rodea. Era tan grande, tan perfecto, tan mío...
Gracias a todos por estar ahí. A él le habría encantado escucharos. Nunca se habría imaginado todo lo que se ve en este blog. Si pudiera hablarme me diría una vez más: " Buenos, Ana, tengo que decirles algo, me están esperando..." y yo escribiría por él. Gracias a todos, de verdad, muchas gracias. Era inevitable quererle, verdad?
Sigamos mirando al mar. Con una sonrisa. Porque seguro que él me está haciendo caso y sonríe, seguro...
Te quiero, mi vida, siempre...

viernes, 12 de junio de 2009

En su playa


Remando

El día 11 de junio, sobre las 20:30h sonó el teléfono para comunicarnos que Carlos, nuestro gran capitán, había muerto. Después de 13 días ingresado en la UMI, con un coma inducido, su gran corazón no pudo aguanta más. Hizo todo lo que pudo. Lo sé. Estoy totalmente convencida de ello. Nos escuchaba, lo intentaba, pero la tormenta fue demasiado dura. Hicimos lo que pudimos, todos. Y él fue el más grande capitán que cualquier navío hubiera podido desear. Ahora navega por otros mares. Más azules, más calmados… Ahora me espera en algún lugar, azul, como su isla.
Te quiero Carlos, más de lo que he podido querer nunca a nadie. Eres el hombre de mi vida. Espérame, vale, no muy lejos, pero espérame… y sonríe, si?
Te quiero, siempre….

miércoles, 10 de junio de 2009

Soplando fuerte


Hospital.
Día +19.

Hoy no es Carlos el que escribe. Me veo obligada a hacerlo yo a pesar de no querer hacerlo, porque este espacio es de Carlos, es su mundo, es su barco, es su lucha… Pero creo que nunca se imaginó cuanta gente se implicaría en esto, por eso me veo obligada a escribir, porque creo que debo contaros cómo sigue, cómo lucha día a día por regalarnos un momento más.
Carlos está en su camarote, haciendo su propia lucha. Demostrando lo fuerte que es. Dándonos un rayito de esperanza a los que le esperamos con ansia. Pero viviendo, porque sigue viviendo…
Ahora nos toca a nosotros. Nos toca remar con fuerza. Nos toca ser duros por él. Nos toca soñar y remar hasta el infinito. Así que por eso escribo. Para que reméis, con fuerza. Para que le ayudemos entre todos a no cansarse. Por eso vamos, a no cansarnos, a soñar que saldremos de esto.!!
Carlos ya nos dijo que esto sería difícil. Él lo sabía y a pesar de eso se arriesgó para ganar. Así que a remar, por favor marineros, no dejen de remar….