miércoles, 30 de diciembre de 2009

Cumpleaños.


En casa.

Hoy es el cumpleaños de Carlos y de su hermano mellizo Javi. Hoy cumpliría 35 años. Una edad estupenda, no creen? Habría sido un día emocionante porque nos encantaba celebrar los cumpleaños. Yo me habría vuelto loca, planeando qué regalarle hoy y qué regalarle el día de Reyes. Como siempre, hoy le habría despertado con una enorme sonrisa, nos habríamos ido a desayunar por ahí y le habría regalado algo pequeño, sin importancia, porque nos gustaba dejar los regalos buenos para ponerlos debajo del árbol. Nos emocionaba más la noche de Reyes, sentarnos y abrir un montón de regalos…
Este año no tendré noche de Reyes, así que podría decirse que mis regalos se los puedo dar hoy:
- Primero nuestros dos enanos, que aún son como un granito de arroz. Pero estaría súper feliz de saber que va a ser padre. Seguro que en su mar nos sonríe pensando que va a tener por casa a dos pequeños corriendo…
- Luego los agapornis. Por fin me he comprado nuestros agapornis. Los he puesto en el salón y la verdad es que son una pasada. Van siempre juntos a todas partes, si uno come, el otro come. Si uno se columpia, el otro también. No se separan nunca y siempre se están tocando. Teníamos motivos de sobra para pensar que Carlos y yo éramos como ellos…
- Y por último su libro. Su hermana, junto con una amiga han editado este blog y han hecho un libro precioso. Cuando me lo dio el día 25 me puse a llorar porque no imaginaba algo así. Carlos ha escrito un libro, pensé… y es un libro increíble, lleno de fotos y mostrando lo mejor de cada uno de nosotros y sobre todo enseñándonos como era él. Ahora lo pide todo el mundo. Seguro que nunca pensó que su blog se convertiría en un libro. Es un buen regalo…
Y estos son mis regalos de este cumpleaños, espero que te gusten. Me encantaría poder dártelos en mano, pero ya los disfrutaremos juntos, eso te lo aseguro…
Te quiero, mi vida, te quiero con locura. Estos días están siendo difíciles, muy difíciles. Es curioso como todo lo que te rodea, de repente, deja de tener sentido. Me enseñaste a disfrutar de unas fiestas que de nuevo he vuelto a odiar. Y te echo tantísimo de menos… Estoy deseando volver a verte y tocarte de nuevo… algún día, mi vida, algún día… Te quiero, mi lorito inseparable, te quiero más que a nada en el mundo, te quiero siempre…

lunes, 14 de diciembre de 2009

Primera ecografía.


En casa.

Cuando hoy he entrado en el ginecólogo y me ha dicho que todo va bien no he sabido que sentir.
ESTOY EMBARAZADA...
Aún no sabemos si han cuajado los dos o no, pero que estoy embarazada es algo seguro. Y si soy sincera no sé cómo sentirme. Estoy contenta, aliviada, pero a la vez es como si no pudiera expresar nada de lo que siento. He estado quince días echada en mi casa, de la cama al sofá y del sofá a la cama. Sin moverme. Pero sobre todo sin sentir nada. No quería pensar, no quería recordar, no quería angustiarme para estar únicamente centrada en que esto saliera bien. Y ahora que sé que ha ido bien es como si no pudiera salir de ese muro que yo misma me he construido en mi cabeza.
Estoy embarazada... Amor, mi vida, vamos a ser papás...
Ahora sigamos con los dedos cruzados para que todo esto siga bien, para que mi/mis niños sigan adelante y por fin se pueda cumplir este sueño que Carlos y yo tanto deseábamos. Sigamos remando, ahora por ellos, si?
Carlos, mi amor, mi vida, ahora te llevo dentro... Y te quiero tanto, tanto que mis ojos se llenan de lágrimas. Te habría encantado todo esto. Espero que nuestros hijos se parezcan a ti... Te quiero, mi amor, te quiero siempre...
Estoy embarazada...

jueves, 26 de noviembre de 2009

Esto empezó.


En casa.

Hoy me han extraído nueve óvulos. El siguiente paso es fecundarlos con el esperma de Carlos y esperar que todos ellos tiren para delante. Mañana debo llamar para saber cuantos han ido bien y cuando me los transfieren. No creo que tarden mucho. Con suerte el sábado o el domingo me meterán dos cigotos. Y ahí empezará el milagro. Y ahí debemos cruzar todos los dedos y esperar con el mayor entusiasmo que todo vaya bien. La cosa ya está hecha. Esto empezó ya.
Hoy estoy algo dolorida. Pero por primera vez el dolor es físico, es decir, superable. Estos días me tocará estar en casa, en reposo y tranquila. Todos me dicen que intente no estar nerviosa y procure no pensar demasiado. Pero eso es imposible... Pienso en mis futuros enanos, porque pienso en dos. Pienso en quedarme embarazada, en tener un hijo de mi marido, pienso en Carlos, pienso mucho en Carlos e intento no hacerlo porque sin poder evitarlo me pongo a llorar... Es triste que una embarazada llore, no?
Hace mucho que no escribo, lo que no quiere decir que no os lea. Sencillamente es que no sé que decir. De repente es como si me hubiera quedado muda y no supiera de qué hablar. Todo es tan mecánico.. Además ahora estoy metida en esto. Me he centrado tanto en este sueño que todo lo demás lo mantengo algo alejado. No sé, es raro...
Pienso en mis futuros hijos. Dicen que debo visualizarlo para que todo salga mejor. Y pienso en dos niños. Dos niños preciosos, iguales a su padre, felices y creciendo dentro de mí. Lo veo tan claro como cuando supe desde el primer día que vi a Carlos que me casaría con él. Deseo con todas mis fuerzas poder daros buenas noticias pronto. Mientras tanto lo siento, debemos tener paciencia, aguantar un poquito y remar con ánimo para que todo salga bien, así que ya saben, os quiero a todos con los dedos cruzados, de acuerdo?
Carlos, mi vida, mi amor, te quiero cada día más que nunca. Ojalá nuestro sueño se cumpla. Te quiero tanto que duele... Te adoro mi amor, te quiero, siempre...

miércoles, 4 de noviembre de 2009

San Carlos.


En casa.

Hoy ha sido el santo de Carlos. Llevo acordándome desde que me levanté. Él siempre decía que nadie se acordaba de su santo y me obligó a aprendérmelo para que le felicitara cada año. La primera vez que me acordé sin que él me dijera algo sonrió de oreja a oreja. Que bueno es cuando esas pequeñas cosas te hacen ser feliz. Y Carlos estaba llena de grandes y de pequeñas cosas que le hacían ser feliz.
Este año me he acordado de nuevo...
Mis hormonas aún no están haciendo mucho, al menos eso creo. Por ahora sólo estoy con las inhaladas y lo llevo bien. Tengo ganas de empezar de lleno con todo el proceso. Ya queda menos. E intentaré estar tranquila, sobre todo estar tranquila.
Estas semanas se me están pasando volando. Es raro, como si pasaran rozándome, como si no recordara nada o ni sintiera nada. Imagino que es porque hago las cosas por pura inercia. Lo único que me agobia un poco son todas las cosas nuevas que empiezo, las tareas que me he marcado para estar más tranquila, mi preparación para Héctor. Pero creo que todo lo que haga para cumplir mi sueño, por mucho que me cueste, siempre será bueno. Tengo muchas ganas de tener a Héctor. Es el único sueño, de los que teníamos Carlos y yo, que puedo cumplir...
Carlos, mi vida, felicidades por tu santo... Te quiero tanto, mi amor, te quiero hasta la luna y vuelta, te quiero siempre...

miércoles, 28 de octubre de 2009

Descansar


Desde el trabajo.

Hoy estoy cansada. Cansada físicamente y mentalmente. Hoy me gustaría que alguien me cerrara los ojos y el alma y me dejara dormir. Pero eso no se puede hacer, ¿verdad? Me gustaría tanto dejar de sentirme así...
Hoy he subido al hospital para hacerme mi primera analítica de sangre para empezar con Héctor. Ha sido eterno, porque a pesar de ir concienciada, a pesar de llevarme pasatiempos, la espera ha sido demasiado larga. Lo he llevado bien, tranquila, intentando tener mi cabeza ocupada y no recordar demasiado, pero cuando me tocaba sacarme sangre me he encontrado con Cristina. Cristina fue la enfermera que nos atendió en el primer ingreso de Carlos. Desde entonces hemos mantenido muy buena relación. Se alegraba mucho con las buenas noticias, se preocupaba en los malos momentos. La he visto hoy y después de hablar con ella el mundo se me ha caido un poco encima. Me mantuve firme, aguanté las lágrimas, pero una enorme sensación de cansancio y de tristeza se apoderó de mí. Y aún está...
Estoy cansada, estoy muy cansada de mantener el tipo, de llevarlo bien, de ser fuerte, de obligarme a cosas. Pero lo malo es que no puedo evitar hacer lo que hago. Y ahora menos, que debo pensar y luchar por Héctor. Pero a pesar de todo necesito decir, aunque sea sólo una vez, que estoy demasiado cansada...
Carlos, mi amor, mi vida, ¿cómo voy a poder con esto? Te quiero tanto, mi lindo agaporne, te echo tanto de menos...Te quiero, te quiero siempre...

viernes, 23 de octubre de 2009

Cosas por hacer.


En casa.

Hoy empiezo algo importante y debo confiar en que saldrá bien.
Hoy a las once fui al módulo de fecundación para empezar con el tema de Héctor. Mi cuñada Maite me ha acompañado y junto a mí ha estado esperando casi una hora y cuarto de retraso. Cómo son los hospitales, siempre hacen lo mismo… La cuestión es que, una vez me ha tocado entrar, me han hecho una ecografía y una citología, me han mandado una analítica de sangre y me han explicado el proceso a seguir: me cambian el tratamiento, como yo sólo puedo disponer del esperma de Carlos hasta un año desde su fallecimiento, no se quieren arriesgar y quieren ir a lo más seguro. Tiene sus cosas buenas que es ir más al grano y sus cosas malas que es que me híper estimulen, es decir, que me hormonen tanto que retenga líquido en el abdomen y en el tórax, pero estoy dispuesta a correr ese mínimo riesgo. Ya me han mandado toda la medicación y el día 31 tengo que empezar inhalando unas hormonas cada 12h. Luego sólo es esperar a mi primer día de regla para llamar a mi médico, el Doctor Matani, y empezar en serio. Así que a esperar…
Salí nerviosa, muy nerviosa. Eran demasiados sentimientos entrelazados, pero también estaba emocionada, puede que tenga a nuestro hijo. Pero sé que no sólo va a consistir en eso. Para tener a Héctor y para que esto salga bien tengo otras tareas pendientes, entre las que están controlar mi estado emocional, controlar mis nervios y mis ataques de ansiedad y pensar en positivo, que quizá ahora es lo más difícil. ¿¿¿Cómo puedo pensar en positivo???
Tenemos otra tarea, grumetes. Tenemos otra razón para remar, todos… Pero una parte de mí se niega a tirar hacia delante, una parte de mí quiere seguir escondida y de vez en cuando me cuesta demasiado sacar la cabeza de mi agujero. Tengo que sentarme a pensar. Tengo que centrarme.
Carlos, mi amor, mi vida, cuánto te echo de menos… Cómo te recuerdo en cada instante, en cada movimiento, en cada lugar, en cada pensamiento… Te quiero tanto, corazón, échame una mano, ¿si? Te quiero, vida, te quiero siempre…

domingo, 18 de octubre de 2009

Buscando vuelos.


En Madrid.

Llevo unos días en mi tierra, en Cáceres, de ahí que no haya podido pasearme por aquí, a pesar de que pensaba en ello cada día. Ha estado bien, me ha gustado ver a los míos.
Ahora estoy en Madrid. Es domingo y mucha gente aún duerme. Estoy cansada y me duele la cabeza y hoy, casi desde ayer, pienso en Carlos más que nunca en estos días.
Es difícil disimular en algún sitio cuando no estás bien. La gente te mira, preguntando a escondidas y tú no quieres darles ningún motivo para que se preocupen, así que toda tú finges una sonrisa esperando que así dejen de preocuparse, dejen de mirarte y no se les ocurra preguntar. Hay veces que incluso, de fingir constantemente ese estado de ánimo, tú misma te lo crees y entonces, de golpe, como anoche, todo te viene a la cabeza, al alma y quieres salir corriendo. A pesar de eso creo que lo he hecho bien, estos días he estado en casa tranquila, haciendo que mis padres no se preocupen, estando con mis hermanos como si cualquier cosa, respondiendo a los que no se lo creían y pasando los días, que casi era lo que buscaba. Madrid quizá me supera algo más y por eso, aunque mi vuelo sale el martes, estoy buscando billetes para mañana. Tengo ganas de irme a casa. Tengo ganas de oler mi habitación, echarme en mi cama, mirar mis paredes, recordar sin reservas... Estoy un poco agobiada y me quiero ir a casa. Echo de menos mi día a día. Echo de menos mi burbuja.
Carlos, mi vida, mi amor, aquí no me gusta como te pienso, ni como te siento... esto es demasiado real aún y yo te quiero tanto, mi amor, te echo tantísimo de menos. Necesito volver a casa y acurrucarme en tí. Te quiero mi vida, te quiero de aquí hasta la Luna y vuelta. Te quiero siempre...

jueves, 8 de octubre de 2009

Bloqueada.


De madrugada.

Llevo más de una hora dando vueltas en la cama. Sé que hoy no voy a dormir más. Me desperté sobre las tres nerviosa, moviendo la pierna e intentando recordar algo que yo misma intentaba bloquear a la vez. He decidido levantarme, es mejor.
He terminado pensando en Maite y Juanjo, mis cuñados. Estaban en Las Palmas el día que nos llamaron desde el hospital para decirnos lo de Carlos. Recuerdo estar en el pasillo de la UCI, dando vueltas mientras veía cómo el médico hablaba con mis suegros y con ellos dos. Recuerdo que no quería pensar y que no dejaba de moverme. Me bloqueé. No quería escuchar, no quería saber nada. Es como si mi cabeza me repitiera todo el rato que no pasaba nada, que tenía que mantenerme fuerte, que tenía que estar serena, por eso no podía escuchar nada: “Ana, no les escuches, no les escuches, tienes que ser fuerte para lo que viene, tienes que ser fuerte… no les escuches, ellos no saben nada...”
A veces pienso que tenía que haber hecho más. Me preguntaron que si quería entrar a verle y no lo hice porque mi cabeza me repetía constantemente que tenía que mantenerme fuerte y no quería ver lo que pasaba. Ahora pienso una y otra vez que tenía que haber hecho más. Estar ahí, con él y no estuve… Sólo intentaba no llorar.
Pienso en Maite y Juanjo y en lo que me alegró que estuvieran allí. Juanjo nos hacía reír a todos y Maite nos transmitía tanta paz.
Hay momentos en los que de golpe todo mi mundo se desmorona, como un castillo de naipes, y los pensamientos invasivos se agolpan en mi cabeza haciendo que todo se bloquee. ¿Qué voy a hacer con mi coco? Como le decía a Carlos en los malos momentos, creo que en ocasiones hay que dejarse caer para intentar levantarse con más fuerza, al menos intentarlo. Por eso escribo aquí, por eso se creo este blog, para soltarlo todo y agarrarse a lo que sea para seguir intentándolo.
Carlos, mi vida, ¿dónde estás? Te echo tanto de menos… Te quiero muchísimo, mi amor, te quiero siempre…

lunes, 5 de octubre de 2009

Que sea como tú.



En casa.

De repente voy a tener muchas cosas que hacer: el viernes me subo a un avión con destino a mi pueblo. Allí estaré una semana, para ver a mi familia. Hace casi un año que no voy a mi casa. La última vez que los vi a todos fue en la incineración de Carlos. Vino casi toda mi familia. Incluso mi hermana Belén, que odia los aviones. Es triste pensar que montó en avión por primera vez para algo así. Me habría gustado que vieran mi casa con otro motivo. Muchos de mis hermanos era la primera vez que venían. Ese día estaban en mi casa casi todos. Ahora vuelvo yo. Y la verdad es que no me apetece mucho. Me da miedo salir de mi burbuja. Alejarme de mi espacio.
Luego me voy cuatro días a Madrid. Allí también hay gente que quiere verme. Entre ellos muchos amigos de Carlos que no pudieron estar aquí. Por otro lado está el hecho de ir de nuevo a Madrid. Madrid, Carlos y yo podríamos decir que somos uno...
Cuando vuelva a casa el día 21 tengo cita para terminar de arreglar todos los papeles de Carlos, hacienda, el registro de la casa... Terminar con una serie de documentación necesaria para dejarlo todo arreglado.
Y por último, el día 23: Hector. Por fin empiezo con nuestro sueño. No quiero pensar mucho sobre ello. No quiero darle mucha más importancia de la que tiene. No creo que sea bueno. Pero sí, empiezo con Hector.
Como podéis ver voy a tener unos días en los que voy a tener que mantener el tipo. Estar con la cabeza alta, con la cabeza bien puesta y no dejarme llevar para demostrarle al mundo entero que puedo con esto. Porque una idea que se me repite constantemente estos días es que todo esto, todo lo que pienso, todo lo que siento y mi lamentable vida es asunto mío. Sólo mío. Es mi lucha, algo que no puedo explicar, algo que nadie logra entender. Por eso, lo que para mí se presenta como unas vacaciones un poco agridulces el resto piensa que me sentarán bien. Y cómo explicar que no es así?
Pero mis semanas terminaran con el enano. Con el comienzo de una vida que espero que me llene tanto que casi no entre en mí. Con un suceso que es a la vez lo más alegre y lo más triste. Pero también será mío...
Te quiero, Carlos. Sigo llorando cada vez que te lo digo en alto. Te quiero, mi amor. Y espero que nuestro hijo tenga tus pies y, como desea todo el mundo, que también tenga tu nariz. Te adoro, vida, te quiero siempre...

lunes, 28 de septiembre de 2009

Tan lento.


En casa.

Parece que ha pasado un mundo desde la última vez que escribí en el blog. Me siento como si hiciera muchísimo tiempo que no quiero escarbar en mis sentimientos para contároslos. Es raro, porque es como si hubieran pasado meses en los que he estado escondida y de repente debo salir de nuevo. Me incomoda, me angustia, me hace sentir extraña, aunque a la vez me hace forzarme y se supone que eso es bueno...
Este fin de semana ha sido demasiado duro. Creo que se juntaron muchas cosas y lo único que deseaba hacer era evadirme de mi vida, escapar, pedirle a alguien que me sustituyera para poder dejar de ser yo. El viernes, después de la boda de mis amigos Alberto y Nayra me negué a volver a casa. Es raro, verdad? Sólo quería acurrucarme y olvidar. Dejar de sentir, me encantaría dejar de pensar aunque solo sean cinco minutos, sólo eso. Porque he de confesaros que aunque lo intento, aunque pretendo disimularlo, no estoy bien. Estoy a kilómetros luz de estar bien. A veces incluso me pregunto si me viene bien el forzarme en hablar de esto, aunque sea con vosotros. Estoy tan perdida...
Te quiero, mi vida. Todavía me llevo el teléfono al cuarto por las noches pensando que vas a llamarme. Te quiero con locura, mi amor, te quiero siempre...

lunes, 21 de septiembre de 2009

Rollitos caseros.


En casa.

Un día antes de ingresar Carlos en la UCI le quité todo lo que llevaba en las manos: su reloj, su pulsera, su anillo de boda… La medicación le hinchaba un poco y no queríamos que le molestara. Desde entonces siempre lo he llevado yo, nunca me las he vuelto a quitar. Este fin de semana me fui a una playa maravillosa: Benijo, y Carlos volvió a apoderarse de su pulsera, porque en un ataque inesperado de olas sentí como se me escapaba de la muñeca y se perdía en el fondo. No me importó, fue en la playa, seguro que él quería volver a ponérsela, o al menos eso me gustó pensar.
Al día siguiente quise darle un descanso a mi suegra y me quedé a comer en casa. Siempre voy a comer a casa de mi suegra, aún sigo sin poder cocinar o más bien sin poder hacer la compra y llenar la nevera. Imagino que me resulta duro comprar para mí sola. La cosa es que como no había nada busqué en el congelador y encontré unos rollitos de primavera que me hizo Carlos. Sus rollitos de primavera de los que tan orgulloso estaba y con razón, porque están riquísimos. Esa fue una de las cosas que le enseñó la enfermedad: a cocinar. Le encantaba y aprendió bien.
Es siempre así, siempre. En cualquier paso, en cualquier cosa, en cualquier cajón… siempre está. Y quiero que siga siendo así, me hace sentirle más cerca aunque a la vez me entristece enormemente… y es todo tan difícil.
Quiero que vuelva… Le daba tanta vida a mi vida. Hacía que todo tuviera sentido. Le quería y me quería, ¿sabéis la suerte que es eso? ¿Que la persona a la que amas con toda el alma te ame igual?
Te quiero mi vida. Te quiero tanto que mi corazón se encoje. Te quiero más que a mí misma. Te quiero, siempre…

jueves, 17 de septiembre de 2009

Buscando ángeles.


En casa.

Mi madre me regaló por mi cumpleaños un llamador de ángeles. Es un colgante precioso de plata con una bola tintineante azul. La leyenda cuenta que en la antigüedad los duendes y los ángeles vivían juntos, pero un día los duendes tuvieron que marcharse y entonces, para los momentos en los que se sintieran solos, desprotegidos y tristes, les crearon una serie de joyas que podían hacer sonar y ellos acudirían. Yo ya tengo mi llamador de ángeles y es azul, como el mar. Me gusta escucharlo sonar, cuando me muevo, casi de forma imperceptible, pero tiene un sonido suave, relajante. Me gusta pensar en Carlos cuando suena...
También pienso en Héctor... Carlos y yo siempre tuvimos un sueño: ser padres. Nunca pudimos. Pero ahora he decidido ser madre. Está mi ginecólogo arreglando todo el papeleo y estoy a la espera de que me llame la semana que viene para empezar con ello. Carlos lo había dejado todo arreglado incluso para eso. Todas las autorizaciones firmadas, todo dicho... Me muero de ganas por tener un hijo de mi marido. Sinceramente es lo único que hace que mi mundo no sea un auténtico desastre. Pienso que es una forma de demostrarle a la enfermedad que no ha podido con nosotros, ni siquiera con Carlos. En cuanto tenga a Héctor corriendo por casa, espero que idéntico a su padre, gritaré a lo alto: no pudiste con nosotros.
Mientras tanto esperaré. Seguiré aguantando hasta que pueda, sacando fuerzas de donde casi ya no hay... Pensando en Carlos, echándole de menos e intentando encontrarle un sentido a todo lo que me rodea, que por ahora no lo tiene.
Te quiero con locura, mi amor. Te quiero tanto como de aquí a la luna y vuelta. Y deseo que nuestro hijo se parezca a ti. Te quiero, siempre...

domingo, 13 de septiembre de 2009

Mi regalo


En casa.

Hoy no tengo muchas ganas de escribir, no tengo muchas ganas de hablar... Pero desde hace unos días quería hablaros un poco de mi gente, de vosotros, de la tripulación, de todos aquellos que han estado ahí siempre, sin dudarlo, sin pestañear. Quería deciros que aunque el día 10 de septiembre fue un día pésimo sólo hubo dos momentos placenteros: cuando estuve en las Gaviotas, disfrutando del mar y sintiéndome más cerca de Carlos, y cuando en mis no-fiesta me regalaron el vídeo que muestro en el enlace que os adjunto. He tenido que aprender mucho de ordenadores para colgar el video. Era Carlos el que sabía hacer esas cosas, yo no tengo ni idea... Lo que sí os pido es que lo veáis, de verdad, merece la pena. Podéis ver como parte de la tripulación sigue ahí, intentando hacerme sonreír.
A todos, de verdad, a todos gracias. Aunque ahora no sepa demostrároslo, aunque ahora no tenga ningún tipo de emoción, aunque ahora no sea capaz de sentir demasiado quiero que sepáis que lo sé, que sé que estáis ahí. Sólo necesito tiempo...
Y a ti, mi amor, que te quiero. Que te he eché muchísimo de menos el jueves pero estuve cerquita, en nuestra playa, al menos me quedo con eso. Y también sé que tubiste mucho que ver en este regalo. Una vez más, lo tenías todo pensado. Te quiero tanto, mi amor, te quiero siempre...

domingo, 6 de septiembre de 2009

Un abrazo


En casa.

A veces me despierto y se apodera de mí la necesidad de que Carlos se de la vuelta y me abrace. Echo de menos ese tipo de abrazo. Ese abrazo en el que te perderías. Ese abrazo en el que te sientes querida, protegida, en el que notas que nada malo puede pasar porque la persona que amas está ahí, a tu lado achuchándote. A veces simplemente necesito que me abracen así, sólo eso, con ese tipo de amor… Pero es duro abrir los ojos y darte cuenta que ya no vas a tener ese tipo de abrazo, que esa persona con la que tenías una conexión especial ya no está. A veces sólo quieres que te quieran tanto con él me quería. Y lo peor no es darte cuenta de que él ya no está, de que ya no te va a poder abrazar, de que no vas a poder sentir esa sensación de amor, de cariño que te envuelve junto a la persona con la que compartes tu vida, sino que además sientes que no vas a poder volver a amar igual. De golpe, en tus primeros minutos de la mañana, te das cuenta que no vas a sentir de nuevo ese tipo de amor que tenía desde hace casi diez años y que además no sabes si vas a ser capaz de volver a sentirlo.
Duro despertar. Dura primera idea. Duro sentir como se te encoge el alma desde primera hora de la mañana…
Disimulas, haces con que no pasa nada y empiezas tu día. Pero el corazón se arruga un poquito, porque me encantaría despertarme, darme la vuelta en la cama y abrazar a Carlos, sintiendo que es la mejor forma de empezar el día, sintiendo que he llenado mis pilas para afrontar lo que haga falta, sintiendo que me quiere y que le quiero más que a nada en este mundo y sintiendo que nada puede haber más perfecto que un abrazo suyo nada más despertar porque me hace sentirme tan llena, tan plena, tan completa y perfecta...
Me encantaría pensar que todos podéis tener un abrazo así al despertar. Es un sentimiento tan increíble que creo que todo el mundo debería tener la oportunidad de experimentar.
Te quiero mi vida. Te quiero más que a nada en el mundo. Y te echo muchísimo de menos, tanto, tanto que duele… Te quiero mi lindo agaporne, te quiero siempre…

domingo, 30 de agosto de 2009

Sueño.


En casa.

Estoy cansada. Últimamente siempre estoy cansada. Me encantaría dormir todo el rato. Pero lamentablemente no es así, y aunque esté en un hotel en el sur de la isla, aunque sea sábado y no tenga nada que hacer, siempre me despierto temprano y no puedo dormir más. Y de ahí que siempre me levante igual: cansada y con una eterna sensación de falta de sueño y de desgana por todo lo que me rodea.
A veces hablo con la gente que me voy encontrando y me van contando como van viviendo estos meses. Me dicen lo que hacen, lo que piensan, las batallas y sentimientos que van superando porque el tiempo, el famoso tiempo, ha hecho lo que debería hacer ante ellos: suavizar las cosas. Y luego pienso en mí y me doy cuenta de que el tiempo conmigo pasa de largo. Porque yo estoy igual de bloqueada que al principio, puede incluso que algo más. Porque para evitar ciertos sentimientos, ciertas ideas, ciertos recuerdos evado de mi cabeza todo lo que creo que puede dolerme. Y el tiempo pasa y se esfuma sin dejarme huella.
Mientras tanto yo sigo en mi casa. Sigo sin poder hablar de Carlos, hablar de verdad. Sigo sin poder deshacer su maleta. Sigo sin poder ver nuestras fotos. Sigo sin dejar que nadie se acerque a mí lo suficiente. Sigo deseando estar sola…
Y por supuesto, mi amor, sigo queriéndote, con locura. Porque te quiero muchísimo mi vida, te quiero siempre…

lunes, 24 de agosto de 2009

No hay nada.


En casa.

Hoy no hay nada bonito. Ni siquiera ver mis montañas a través de la ventana, ni conducir de madrugada, ni hablar con gente que añoras, ni imaginar una receta, ni ver el mar, ni pasear por la avenida Anaga, ni ver como el viento mueve las palmeras, ni ver esta isla totalmente azul, ni escuchar como se mecen las olas, ni jugar con Marcos, ni bajar por la autopista observando la silueta de la isla, ni comer chocolate, ni entrar en casa, ni beber una cerveza, ni sentir el frío en un momento caluroso, ni darme una ducha en nuestro baño, ni tragarme una buena peli, ni acurrucarme en la cama, ni pasear sin rumbo fijo, ni mirar las flores, ni tener un lindo sueño, ni escuchar una canción perfecta…
Hoy no hay nada bonito ni nada que me guste.
Lo único bonito es imaginarte aunque sea con mis ojos lleno de lágrimas…
Te quiero con toda mi alma. Te quiero tanto que hay días que, aunque lo intento, no encuentro nada. Te quiero tantísimo, amor… Te quiero, siempre…

viernes, 21 de agosto de 2009

Dualidad.


En casa.

Mañana me tengo que levantar a trabajar, un día más. Luego he quedado con unos amigos porque vamos a pasar el fin de semana al sur de la isla, ya que Ricardo va a hacer un homenaje en forma de poesía a Carlos y quiero estar ahí, por él, porque está nervioso, porque es su primera vez… No me apetece nada. No quiero hacer nada de lo que tengo planeado. No quiero ir a trabajar, no quiero ir al sur, no quiero quedarme a dormir… Pero lo voy a hacer porque lo tengo que hacer.
En el fondo creo que es eso lo que me está desestabilizando día a día. El saber que mi alma me pide una cosa y mi forma de ser hace otra. Esa dualidad constante que hace que todo sea demasiado complicado. Quizá por eso Carlos y yo pudimos con estos años sin problemas: los dos somos supervivientes. Da igual lo que pase, siempre tiramos hacia delante. Siempre afrontamos los problemas, nunca nos quedamos atrás, nunca nos rendimos… Y es eso lo que en estos momentos me mata: no quiero hacer nada pero mi forma de afrontar las cosas me hace levantarme y continuar. Mi naturaleza me impide rendirme, cuando yo quiero rendirme. Lucho día a día conmigo misma.
Quiero gritar basta. Quiero sentarme y olvidar. Olvidarme de mi vida por un momento. Pero no puedo. Algo me impulsa a seguir, y es tan agotador, es una lucha constante. Porque esto me supera en cada momento, porque esto sí me da motivos para dejarme… pero ahí estoy. Y estoy tan cansada…
Tengo que ir a acostarme. Mañana debo madrugar. Mañana es otro día. Otro día sin sentido. Otro día de tremenda lucha, otro día que me gustaría no pasar…
Te quiero, mi amor. Voy a encontrarme contigo, en sueños, una noche más. Te quiero tanto que casi no puedo respirar. Te quiero, siempre…

lunes, 17 de agosto de 2009

Mi cueva.


En casa.

Últimamente se me pasan los días volando. Sin darme cuenta estoy de nuevo en lunes. Otro maldito lunes. Creo que empiezo a parecerme a Mafalda.
Hay una cosa que empieza a ponerme nerviosa, casi a molestarme, y es que a veces tengo la sensación de que la gente, cuando habla conmigo, es como si viniera a rescatarme, a salvarme de mi pesadilla. Como si alguien pudiera hacer algo así… Me preguntan como estoy esperando que salga algo de mí, algo que demuestre que avanzo, que siento. Es como si quisieran venir con una llave maestra y hacerme ver con su gran sabiduría todo lo que yo me niego a ver. Y no me gusta. Me miran como diciendo: “Ana, ya ha pasado el tiempo suficiente como para que te dejes de rollos y empieces a asimilar todo lo que te está ocurriendo, de que reacciones.” Y sé que lo hacen con todo el cariño y todo el amor posible, pero me sienta algo mal.
Luego me relajo, respiro hondo e intento darme cuenta que en realidad son sensaciones mías. Que en el fondo no es así como ocurren las cosas. Lo que pasa es que estoy intentando aislarme tanto del mundo que intento encontrar cualquier escusa para escapar de todo lo relacionado a él. Imagino que es eso, que sin querer quiero alejarme para que todo el mundo me deje en paz. Encerrarme, aislarme, esconderme en mi cueva donde sólo quede yo y mis recuerdos. Quiero que la gente se olvide de mí. Quiero acurrucarme y no escuchar nada ni a nadie. No necesito salvadores. Pero eso no es bueno, verdad? Y yo, en el fondo, lo sé. Lo que ocurre es que a veces todo esto se me hace algo difícil y lo pago con el mundo.
A veces me gustaría salir de mí… Cuántas veces habrá sentido eso Carlos. Sé que me lo dijo muchas veces, pero y las veces que no me lo dijo, cuántas serían?
Te quiero con locura, mi vida, tanto como dos neutrinos en una estrella de neutrinos imposible ser uno más fuertemente. Te quiero, siempre…

lunes, 10 de agosto de 2009

Como mi nevera.


Es raro. Intentar explicar lo que siento. Aunque a veces me pregunto si es necesario explicarlo.
Hoy me he hecho una pizza en casa. Ni siquiera me la he hecho, sencillamente la he metido en el horno y he esperado diez minutos. Pero es la primera vez que hago algo en casa. Al menos algo intencionado. Pensar ayer lo que iba a comer y hacerlo. Mi nevera sigue vacía. Me gusta la sensación de abrirla y no encontrar nada en ella. No quiero cocinar. No quiero empezar a hacer comida para uno. Es demasiado triste. Imagino que es una forma de no pensar en todo esto. De no ser consciente. Ya irá saliendo solo, no?
No quiero escribir en el blog. No quiero escribir por obligación. Lo que ocurre es que me puede el impulso de seguir entrando aquí y ver que hay gente al otro lado.
Sé como vivió Carlos todo esto. Lo sé porque yo estuve ahí, cada día, cada minuto… Sé por qué se levantaba cada mañana, cuales eran sus sueños, cuales eran sus ilusiones. Sé qué le daba fuerza y por qué tiraba hacia delante… Todo el mundo me dice que Carlos no habría llegado ni habría aguantado tanto si no hubiera sido por mí. Y no me quiero llevar todo el mérito, no sería justo. También estaban sus padres, a los que adoraba, sus hermanos, sus amigos… Lo que quiero decir con todo esto es que Carlos podía ser fuerte porque tenía motivos para serlo, tenía sueños, planes. Yo no… Todo el mundo me dice que tengo que ser como él, mirar hacia delante, tirar, buscar fuerzas… Lo que nadie es capaz de ver como yo lo veo es que antes estábamos los dos. Ahora estoy yo sola. Os hacéis una idea? Yo sola.
A quién me abrazo por las noches. Con quién hablo cuando dudo. A quién le lloro cuando llega el frío y el miedo… Antes lo hacíamos los dos y todo era más llevadero. Ahora lo tengo que hacer sola. Y no podéis haceros una idea de lo que cuesta. Aunque a pesar de eso, lo intento.
A veces, cuando sueño mientras duermo, de repente aparece. Y entonces le abrazo y le pido que no se vaya. Pero me despierto…
Te quiero, Carlos. Te quiero con locura y te echo tanto de menos que ya casi no quiero pensar en ello. Te quiero tanto que duele. Te quiero, siempre…

lunes, 3 de agosto de 2009

Teatro


En casa.

Se abre el telón: aparece una mujer que se despierta con el sonido del despertador. Se ducha, se viste y coge el coche para ir al trabajo. Atiende a los clientes, quizá de forma muy distraída, mantiene la cabeza ocupada, habla poco y hace lo que cree que debe hacer, en silencio. A su hora se va del trabajo, deseando tener algo planeado para el resto del día. Hoy queda con sus amigas, toma una cerveza, quizá más de una… y charla, de forma dinámica, integrada, intentando entrar en la conversación, haciendo planes que sabe que no va a cumplir, al menos no del todo. Siempre con una sonrisa, siempre con buena cara. Luego vuelve despacio a su realidad, empiezan sus pensamientos reales, y es cuando intenta disimular y ve que no puede, se levanta y dice que se va a casa. Con una palabra amable, con buen tono. Aparca su coche, visita a sus vecinos buscando una sonrisa en el último rincón de su alma, como última opción, y cuando ve que ya no queda nada más, se levanta, entra en su casa y se tira en su sillón, deseando que llegue la noche para volver a levantarse y hacer que sus días se repitan una y otra vez, sin más, sin ninguna emoción, sin ningún sentimiento, sin ningún recuerdo, haciendo como si su vida fuera una obra de teatro donde ella tiene que hacer su mejor papel…
Mientras la noche cae, mientras ella ve la tele tirada en su solitaria cama, se cierra el telón…
Siempre supe que sería una buena actriz. De las mejores…
Te quiero con locura, mi amor, te quiero más que a nada en el mundo, te quiero siempre…

lunes, 27 de julio de 2009

Mirarse.


En casa.


Cuando entro en el blog intento no mirar nada. Sólo una página en blanco donde pretendo escribir lo que se me pasa por la cabeza. Unas veces puedo, otras no.
A veces sí soy capaz de mirar y entonces me encuentro con la cara de Carlos explicando la intención de este blog. Leo su optimismo, sus ganas, su fuerza…
Últimamente me ha dado por pensar que Carlos no me contaba todas sus cosas. Que incluso conmigo fingía para no hacerme daño, para no hacerme sufrir. Con su hermano Javi habló de lo que quería si esto salía mal. Le dijo que hablara con Rafa, su médico, el gran Rafa para darle las gracias. Le contó que quería que yo tuviera a Héctor si las cosas no salían bien. Habló con algunos de sus hermanos sobre el miedo por mí, por él, por lo que creía que me estaba haciendo… A mí no me contó nada de eso. A veces creo que estaba más triste de lo que yo imaginaba, y eso que sabía que estaba triste, igual que lo estaba yo. Eso hace que me sienta algo fracasada, porque a veces pienso que no supe estar ahí para esos pensamientos, para esas dudas, para esos miedos.
Quizá nos esforzamos tanto los dos por estar bien que nos ocultábamos cosas.
Me habría gustado estar más… Pero creo que si nos hubiéramos metido de lleno en esos temas habríamos perdido nuestra esencia, nuestro espíritu de lucha, nuestros sueños de que todo saldría bien.
Le quiero tantísimo. Quise estar ahí para todo y sólo espero que él lo sintiera así. Pero no dejo de pensar las veces que estuvo triste y no quiso contármelo guardándoselo todo para él. Pobrecito mío…
Sin embargo fuimos felices, fuimos muy felices a pesar de la enfermedad. Vivimos todo lo que pudimos vivir, vivimos porque nunca nos rendimos ni dejamos que pudieran con nosotros e intento agarrarme a eso aunque ahora no funcione mucho ya que al final no salió como deseábamos.
Me da tanto miedo pensar que pude hacer más, que pude hacérselo todo más fácil, que a veces soy yo la que no me quiero mirar. Quizá porque ya no tengo ningún motivo para fingir…
Te quiero, mi amor, te quiero muchísimo, te quiero siempre…

sábado, 25 de julio de 2009

Ordenadores


En casa.

Se me ha estropeado el ordenador y esta semana he tenido que arreglarlo. Es una forma de decirlo porque la verdad es que yo no entiendo nada de estos aparatos y tuve que llamar a mi cuñado Juanjo para que me lo arreglara. Por lo visto tenía un virus o más bien uno de los programas que instaló Carlos en su día debió estropear la instalación inicial del ordenador. La cosa es que estaba hecho una patata. Despues de intentarlo todo Juanjo se dio cuenta de que la única solución era borrar el disco duro y hacer que el ordenador empezara de nuevo. Decisión difícil porque eso implicaba borrar toda la información que había en él. Hicimos una copia de seguridad de todo lo que yo consideraba importante: fotos nuestras desde el año 2000, videos, documentos... Recuerdo a Juanjo que no quería apretar el botón porque le daba miedo que algún día quisiera ver algo y me diera cuenta de que lo habíamos borrado. Le dije que no importaba, que borrara el disco duro y lo hizo.
Ahora el ordenador ya no es nuestro, es mío... Ahora tengo un ordenador vacío, impersonal y que no sé casi usar y eso me enfada...
Como le respondí a Juanjo: " qué importa, una cosa más que desaparece, tenemos otra opción?"...
A veces no nos damos cuenta pero nos agarramos a cosas físicas que no tienen importancia. Guardamos cantidad de cosas: fotos, notas, objetos, ropa, que pensamos que son indispensables a pesar de tenerlas guardadas como tesoros que vemos una vez al año. Pero nos convencemos de que esas cosas dan sentido a nuestra vida y necesitamos saber que están ahí, guardadas en algún sitio. Y un día las buscamos y vemos que ya no están y sentimos que se para el mundo y nos disgustamos por haber perdido esa foto o esa nota o ese objeto que nos hacía recordar algo. Pero de lo que no nos damos cuenta es de que sólo son eso: objetos, y que lo importante son otras cosas.
Ahora tengo mi casa llena de ellos.
Este será el primer mes que cobre mi pensión de viudedad. No me gusta pensar en ello.
Te quiero con locura Carlos y mi corazón, mientras late, sigue gritando tu nombre. Te quiero siempre...

domingo, 19 de julio de 2009

Palabras.


En casa.

Debería saber qué decir. Debería poder sentarme ante el teclado y poder contaros cosas, pero la realidad es que no soy capaz. Nunca se me ha dado bien hablar de mis sentimientos. Nunca he sido capaz de expresar con palabras lo que pienso. Y ahora, a veces, cuando tengo ganas de entrar en el blog, continuarlo y escribir, de repente me quedo en blanco y no sé qué decir… Creo que sin querer me estoy cerrando poco a poco y no quiero sacar esos pensamientos a los que Carlos llamaba “pensamientos invasivos”. A veces creo que nadie me entendería… Por eso a veces me planteo dejar de escribir en el blog. Lo que ocurre es que es más fuerte mi deseo de seguir entrando.
Buscar palabras para explicar mí día a día, ¿cómo hacerlo cuando ni yo misma me permito pensar? Estoy constantemente evadiendo ideas y recuerdos. Quizá por eso tampoco quiero contaros nada. No quiero pensar, no quiero recordar, sólo quiero que pasen los días mientras busco una respuesta que alivie mi desesperación. Pero no la hay, verdad?
Sólo necesito tiempo, un poco más de tiempo. Lamento que tengáis que leer estas entradas. Darme algo más de tiempo…
Mañana empiezo a trabajar y por primera vez no tengo ganas de hacerlo.
Buscar palabras para explicaros lo que siento, es tan difícil…
Te quiero Carlos. Te quiero muchísimo. Te quiero más que a nada en el mundo. Te quiero siempre…

martes, 14 de julio de 2009

Sin ganas.


En casa.

Últimamente no tengo ganas de nada. No tengo ganas de salir. No tengo ganas de levantarme. No tengo ganas de estar con gente. No tengo ganas de hablar… Por eso me obligo a lo más básico y a tareas que, sin darme cuenta me he puesto como propósito de mis vacaciones. Pero por lo demás, no tengo ganas de nada.
Estoy arreglando todo el papeleo del tema de Carlos. Quiero dejarlo todo hecho para que mis suegros luego no tengan que estar de un lado para otro. Bastante tienen. Uno no se imagina todo lo que hay que hacer: certificado de últimas voluntades, escrituras, cambio de titularidad en contratos básico como el agua, la luz, el teléfono, escrituras ante notario sobre la declaratoria de herederos… Papeles y más papeles que quiero arreglar antes del día 20.
Pero no tengo ganas de nada… Por eso, desde aquí, pido disculpas a la gente que me llama y no les contesto al teléfono, personas que insisten en hacer cosas o que sólo quieren saber como estoy. Siento no estar ahí, al menos por ahora. Pero estoy algo distante, apática, no sé.
Pienso en Carlos constantemente. Le sigo buscando por algún sitio al que no logro llegar. Sigo intentando recordar su voz… Lo único que no cambia nunca es el amor que siento por él, eso es constante.
Te quiero con locura, mi vida. Sigo siendo yo, tu pequeño agaporne enamorado. Te quiero, amor, te quiero siempre…

sábado, 11 de julio de 2009

Fuerza


En casa.

Hay personas que están hechas de otra forma, de otro material. Hay personas que, ante momentos muy difíciles, se crecen, se superan, se refuerzan. No sé de donde lo sacan. Ese chip que de repente se enciende y hace que todo deje de tener el sentido que tiene e intenten cambiarlo de forma. Hay personas fuertes… Carlos era uno de ellos y me impresiona ver que mis suegros también son así, de algún sitio debió sacarlo su hijo, no?
Día tras día me levanto e intento parar un momento para clasificar mis ideas. Me digo: “En esto sí pienso o en esto no”. Y si las cosas se ponen demasiado difíciles, me levanto de la cama y cambio de escenario. Así huyo de mi realidad. Hemos pasado estos últimos años sometidos a mucho estrés. Intentando controlar nuestros pensamientos para que nuestros días no se hicieran muy difíciles. Y cuando digo hemos me refiero a las cuatro personas que hemos sufrido esto sin descanso: Carlos, mis suegros y yo.
Cómo superamos ahora algo así, yo no lo sé. Pero les miro a ellos y veo esa fuerza, esas ganas de tirar hacia delante a pesar de no gustarles nada lo que le mundo les presenta. Veo en ellos esa mirada de Carlos de desafío, de tragar miedos, de parecer que todo está bien, de deseo para que al menos puedan mantenerse en pie. De ser conscientes de que lo único que importa es eso, que a pesar de todo, aunque la cosa esté muy negra, pueden seguir hacia delante. Es admirable… Porque les cuesta, les cuesta cada día y sobre todo les duele, les duele hasta lo más profundo de sus entrañas, pero ahí están. Son tan fuertes…
Hoy hace un mes que murió Carlos. Cómo me cuesta pensarlo!!! Pero yo sólo sé cambiar de escenario para que mis ideas no me hagan tanto daño. Estoy tan rota por dentro…
Anoche fue el concierto de Macaco aquí en Santa Cruz y el cantante se lo dedicó a un chico muy especial llamado Carlos al que todo el mundo conocía por Sapo. Fue un detalle. Le habría encantado.
Te quiero con locura mi vida. Ahora más que nunca te quiero tanto que hasta me duele. Te quiero siempre…

martes, 7 de julio de 2009

Como un perfume


En casa.

A veces pienso que lo que vivimos Carlos y yo es similar a los buenos perfumes: pequeño pero intenso. A veces creo que los más de nueve años y medio que pasamos juntos fueron como una vida entera para el resto, solo que nosotros lo vivimos de una forma más intensa, más profunda, con más sentido. Había días que nos sentábamos a hablar y siempre acabábamos con la misma conclusión: lo afortunados que éramos por poder estar juntos, por despertarnos cada día uno junto al otro, por poder tocarnos, acariciarnos y querernos de la forma que nos queríamos. Porque había momentos en los que no existía nadie salvo nosotros. Nos sentíamos tan completos… que ni la enfermedad podía quitarnos eso. Vivimos mucho en poco tiempo. Él me completaba, me hacía sentirme plena, hacía que no necesitara nada más, salvo estar a su lado. Daba igual donde fuera: en casa, con los amigos, en el hospital, encerrados día a día porque él no podía salir… Todo eso lo soportábamos porque estábamos juntos, lo demás no importaba. Nuestra frase más dicha era: “Estoy contigo, lo demás no importa”
Quizá por eso tuvimos un tiempo limitado y ya está…
Es curioso pensar que si tuviera que volver atrás haría todo exactamente igual. Y cuando digo todo, incluyo estos últimos años. A pesar del sufrimiento, a pesar de los malos momentos, siempre me sentí afortunada por tenerle y por compartir mi vida a su lado. Me siento orgullosa al pensar que ni siquiera los malos momentos pudieron con nosotros. Lo teníamos tan claro…
Como cambia la vida. Como de golpe, así de repente, todo lo que te rodea se desvanece, se esfuma, se pierde… Nadie piensa eso. Nadie…
Por eso ahora os miro a todos y os envidio. Porque vosotros podéis seguir disfrutando de lo que tenéis y es tanto, no os podéis hacer una idea. Vivir, aunque suene a frase hecha, pero vivir. Despertaros cada mañana sonriendo porque veis salir el sol, porque podéis dar un abrazo a la persona que queréis, porque podéis cumplir sueños, probar cosas nuevas, hacer cosas, sin más… Hacerlo por mí, pero sobre todo, hacerlo por Carlos, porque él lucho para eso.
Te quiero tanto, Carlos. Te quiero tanto o más que el primer día. Te quiero siempre…

domingo, 5 de julio de 2009

En casa


En casa.


Esta mañana he vuelto de Lanzarote. Me ha encantado ver a Rosi, y a las niñas, pero he de reconocer que quizá me precipité en hacer este viaje. Ha sido algo duro… Ahora estoy en casa y me siento más tranquila aquí, aunque creo que no es ese el sentimiento correcto, pero no sé definirlo de otra forma, al menos aún.
Hay gente que opina que debo dejar de escribir en el blog. Gente que lo dice, sin más y sin identificarse. Sé que para algunos es raro que escriba, e imagino que es normal, porque me resulta raro incluso a mí. No soy yo la que debería escribir estas letras. No debería siquiera hablar de esto. Este blog no se creó con este fin. Pero ahora es lo que hay…no hay más. Y a pesar de escribir en él sigo viviendo, a mi forma, a mi manera, adaptándome. Y sigo escribiendo en él porque necesito hacerlo, o puede que no, no lo sé… Pero yo no soy de las que dejan todo de golpe. Yo no soy de las que dan carpetazo y se disponen a olvidar y empezar de nuevo. Yo no soy de las que digo: “¿Y ahora qué?” Mi intención es aprender a continuar con mi vida, con mis recuerdos, con Carlos. Y si para ello tengo que ir poco a poco, lo haré. Y si para ello tengo que agarrarme a las cosas que él me dejó, lo haré. Y si necesito seguir entrando aquí, seguiré escribiendo. Porque lo que se ha visto en este blog desde el principio es la capacidad de lucha de todos los que hemos participado en él. Lo que hemos leído en todas estas líneas es que hay que tirar para delante, siempre, aunque las cosas se pongan muy difíciles. Y es lo que intento, con todas mis fuerzas, es lo que intento cada día…
Mi mundo se ha desmoronado de golpe e intento aprender a vivir en él…
Te quiero con locura, Carlos, mi amor, mi vida… Te quiero siempre…

martes, 30 de junio de 2009

Vacaciones


En casa.

A veces pienso que a Carlos no le gustaría en lo que se ha convertido el blog. Ya no habla de optimismo. Ya no habla de lucha. Ahora aparezco yo, con mis pequeños gritos de dolor y deseando mandarlo todo al carajo, y me da la sensación de que lo estoy echando a perder. ¿Quién aguantará esto tanto tiempo?… Éste era el blog de Carlos y lo que ocurre es que me niego a cerrarlo, me niego a dejar de entrar en él porque es como si siguiera dejando viva una parte suya, no sé como explicarlo… Necesito seguir entrando aquí, aunque a veces me de la sensación de que lo estoy estropeando.
Hoy ha sido mi último día de trabajo. Mañana ya estoy de vacaciones hasta el día 20. Y todo se me hace un poco cuesta arriba… Esto no era lo planeado.
He decidido irme a Lanzarote a ver a Rosi, mi cuñada, mi hermana. Acaba de tener a Eva y ha estado allí estas semanas sola, con todo lo que ha tenido que pasar mi pobre... Y seguro que ha sido duro. Me apetece verla, mucho, y conocer a nuestra nueva sobrina Eva. Recuerdo que la única vez que estuve allí fueron días antes de que naciera Paula, su primera hija, y fui con Carlos. Otra isla que conocimos juntos. Lo pasamos tan bien, porque es un sitio muy tranquilo y precioso, además de que era el primer viaje que él hacía desde su primer trasplante. Espero entretenerme con las enanas y no pensar demasiado, aunque eso es inevitable.
Los días pasan, uno tras otro, sin piedad. Y es como si cada vez se hiciera más palpable la ausencia de Carlos…
Gracias por estar ahí, a todos. Es cierto que nuestro capitán supo buscar una buena tripulación, capaces de remar como nadie. Es un gran alivio…
Te quiero mucho, mi vida, tanto que casi no puedo respirar. Te quiero, siempre…

domingo, 28 de junio de 2009

Querer o deber


En casa.

Casi todo el mundo me dice lo que debo hacer. Sé que lo hacen por mi bien, por echar una mano. Pero estoy segura que nadie sabe por lo que estoy pasando…
La frase que más escucho es la de que hay que tirar para delante y ser feliz porque es lo que Carlos querría…
Carlos era una persona muy fuerte. ¿Quién lo iba a decir de ese niño pequeño que siempre estaba malito, verdad? Pero sí, Calos era muy fuerte. Recuerdo el primer día que me dijo lo de su enfermedad. Estábamos sentados en el salón, me dijo que todas sus pruebas hacían hablar de cáncer y me miró. Mi respuesta fue sencilla: ¿Y qué hay que hacer? Decidimos tomarnos la enfermedad como algo sin importancia. La llamábamos el Alien y la comparábamos con una gripe algo más larga. Él nunca se quejó. Nunca. Escuchaba a los médicos, hacía todo lo que le decían. Intentaba entender todo lo que le pasaba. Conocía su cuerpo mejor que nadie. Siempre tenía una palabra amable para todo el mundo: las enfermeras, los auxiliares, los compañeros de hospital… Y nunca quiso que los demás supieran lo que sufría. Eso era para nosotros dos. Eso teníamos que superarlo nosotros dos, juntos, agarrados de la mano y sin miedo.
Carlos vivió todo esto de esa forma no porque quisiera, sino porque debía hacerlo. Él debía tirar para delante, debía poder con esta enfermedad por mí, por sus padres a los que adoraba y no quería que sufrieran, por sus hermanos, sus amigos… Él debía hacerlo aunque se cansara, aunque a veces no tuviera fuerzas… Porque cuando le pasaba eso, nos mirábamos, descargábamos en nuestra intimidad y decíamos de nuevo: Hay que seguir, juntos vamos a poder con esto. Y volvía con su deber.
Hay una diferencia muy grande entre lo que uno quiere y lo que uno debe. Porque Carlos no quería haber pasado por todo esto, pero nos tocó, y por eso su deber era hacerlo lo mejor posible, como todo lo que él hacía. Y lo hizo, lo hizo muy bien y puso todo su empeño, toda su fuerza y toda su alma… Y es así como se superan las cosas y es así de la única forma que tienes una oportunidad…
Yo no quiero ser feliz ni tirar para delante, pero sé que debo hacerlo. Lo que pasa es no tengo fuerzas y mi alma, mi alma está buscando a Carlos, porque juntos era como superábamos las cosas y ahora estoy sola. Sé que debo ser feliz y tirar para delante pero primero tengo que aprender a vivir sin él. Y por ahora no puedo y no quiero…
Te adoro, mi vida. Te quiero con locura, Carlos, te quiero siempre…

jueves, 25 de junio de 2009

Ante el mar.


En casa.

Mi madre se fue el miércoles por la mañana. Respiré hondo, le dije lo mucho que la quería y la dejé ir. Tenía que enfrentarme a mi casa. Tenía que asumir mi soledad. Y aunque intenté ser todo lo fuerte posible, después del trabajo ya entré llorando a casa…
Sé que es duro. Sé que es difícil y me encantaría saber soltar todos estos pensamientos que llevo tan adentro, pero por más que lo intento o me lo propongo, se quedan ahí, escondidos en mi corazón. Como el pensamiento constante de Carlos, que aparece una y otra vez. No se va de mi cabeza. Nunca.
Quiero conservarlo todo. No tocar nada. Quiero seguir pensando que está en algún sitio al que yo no puedo llegar, pero que está en algún sitio… Pienso en el mar, que a veces me consuela y otras no. Quiero estar con mi marido. Quiero estar con el hombre de mi vida. Quiero verle, abrazarle, besarle, despacio, por toda su cara, como hacía al despedirme por las mañanas antes de irme al trabajo. Quiero olerle. Sentirle y acariciar sus pies con los míos mientras duermo. Quiero preguntarle las cosas que no entiendo. Hablarle sin parar de mis chorradas. Decirle que no se muerda las uñas. Dejarle que me masajee los pies…. Quiero tener a Carlos conmigo…
Pienso en su lucha y estoy orgullosa, muy orgullosa. Porque creo que en los momentos difíciles hay que levantar la cabeza, mirar al mundo y gritarte que vas a poder con ello. Y Carlos lo hizo así. A pesar de su enfermedad, a pesar de sus visitas al hospital, Carlos siguió viviendo con toda su alma. Porque siempre fue nuestra única forma de enfrentarnos a esto. Y eso me hace estar muy orgullosa de él.
Carlos, mi amor, te quiero, mi vida, te quiero siempre…

martes, 23 de junio de 2009

Noche de San Juan


En casa.

Hoy es la noche de San Juan. La noche de las brujas. La noche mágica. Hoy le he pedido a la gente que pida deseos, deseos que a mí no se me han cumplido, a ver si ellos tienen más suerte.
Se supone que este año Carlos disfrutaría de esta noche en casa. Vería las hogueras conmigo, ya que desde que nos vinimos a vivir aquí, hace ya más de tres años, siempre estaba ingresado en el hospital y yo tenía que contarle por teléfono todo el barullo que había en nuestro barrio. Él me escuchaba, contento, diciéndome que lo vería al año siguiente. No ha podido ser… Aunque ahora está en su mar, y desde allí podrá ver todo lo que quiera. Es eso lo que debo pensar, no?
Yo hoy veré las hogueras. Pensaré en él, desearé que esté a mi lado e intentaré llevarlo lo mejor posible. Es lo único que os puedo prometer. Me alegraré de que esta noche sea la noche más corta del año. Ya es un comienzo. Sigo echándole mucho de menos. Demasiado para manifestarlo abiertamente. Pero lo haré en la intimidad. Disfrutaba tanto de este tipo de noches. Carlos aprovechaba cualquier excusa para hacer una fiesta. Así que sonrían, disfruten y pidan deseos. Seguro que él, si está en su mano, hará todo lo posible para que se cumplan. Porque hay que soñar, a pesar de lo que la vida te depare, hay que seguir soñando.
Carlos, mi amor, mi vida, te quiero, siempre… te quiero tanto…

sábado, 20 de junio de 2009

Un día con nubes.


En casa.

Ayer leí uno de los comentarios de una de las enfermeras de la UMI en el que ponía que Carlos luchó, luchó mucho. Me he pasado toda la noche pensando en esa frase: “te digo que lucho y lucho porque en esa situación todos nos sorprendíamos que pasara un día y otro y otro…” Y me pregunto quién de los que conocemos a Carlos dudaba de que fuera a ser así.
Mi niño, mi vida… Yo sé de sobra que hizo todo lo que pudo… Y me pregunto una y otra vez cómo voy a poder vivir con esto… Terminé tomando a las dos de la mañana algo para dormir porque mi mundo se estaba desmoronando demasiado.
A veces me encantaría poder dejaros mis ojos, mi corazón para enseñaros cómo veía yo a Carlos. Era mi todo. Era perfecto. Esas ganas de vivir, de pensar que siempre había otra opción. De que si había una posibilidad, por pequeña que fuera, a esa había que agarrarse, de su gran amor hacia todos los suyos… Y yo me siento algo pequeña comparada con él, porque no soy capaz de hacer como él, no soy capaz de encontrar ese lado bueno, plácido, agradable y esperanzador. Porque cuando Carlos se derrumbaba se apoyaba en mí y cuando lo hacía yo, me apoyaba en él… él siempre decía lo mismo: “Ana, hay que derrumbarse de vez en cuando para levantarse con más fuerza, es bueno”.
Ojala todo el mundo tenga una casa llena de recuerdos felices a la que volver.
Ojala todos podáis disfrutar de cada mañana de sol.
Ojala podáis estrechar entre vuestros brazos a la persona amada sintiendo que es lo mejor del día.
Ojala no dejéis de tener planes y sueños que cumplir, aunque sean pequeños.
Ojala todos tengáis las mismas ganas de vivir que siempre ha tenido Carlos, su tesón, su fuerza, su valentía.
Ojala que todos lo que me leen posean todo esto que ahora yo no tengo.
Hay que seguir remando. Como sea, aunque sea con los dientes. Carlos debería ser una enseñanza de vida por luchar con todas sus fuerzas…
Te quiero mi vida, te quiero siempre…

jueves, 18 de junio de 2009

Una semana


En casa.

Hace una semana que murió Carlos. Mi marido, mi vida, la mejor parte de mi existencia…
Recuerdo que por octubre del 2008, cuando Carlos ya sospechaba su recaída y empezaban de nuevo las pruebas, él me dijo tirados en nuestra cama: “Ana, mi vida, entendería que quisieras dejarme, que no soportaras una recaída más, que quisieras vivir tu vida…”. Yo le miré, con lágrimas en los ojos y mi respuesta fue sencilla: “ Mi amor, no sólo quiero estar contigo en esto, sino que quiero estar contigo siempre, y si me aceptas y te parece bien, quiero casarme contigo ahora, cuanto antes, porque te quiero, mi vida y juntos podremos con todo”. Me dijo que sí y sonreímos los dos.
Amo a Carlos como jamás he querido a nadie y siempre hemos sido uno, queriendo estar juntos ante todo, por eso la noche del domingo eché sus cenizas sobre mi cuerpo antes de sumergirme en su playa de Las Gaviotas. Quería sentirle conmigo, ser mío una vez más…
Sé que él querría que estuviera bien. Sé que a él le encantaría vernos a todos sonreír. Porque él sonreía siempre. Nunca se rindió, ni en sus peores momentos. Nunca se cansó y mira que se lo pusieron difícil. Por eso es un ejemplo a seguir. Porque a pesar de las adversidades él nos demostró que hay que vivir. Siempre. Y disfrutar de los pequeños momentos. Aunque esto nos parezca difícil tenemos que mirar para adelante y decir su frase de: “Estamos en esto para ganar”. Así que ganemos, ganemos por él, hagamos honor a su lucha, y cuando tengamos momentos de flaqueza, miremos al mar y pensemos que nuestro capitán guía nuestro barco. Que él sigue ahí, remando y esperándonos…
No sé cómo vivir sin ti, mi amor…
Te quiero con toda mi alma, Carlos, te quiero siempre…

martes, 16 de junio de 2009

Entre las olas.


En casa.

Ayer encontré una postal de Carlos por nuestro aniversario escrita en marzo del 2009. Es una postal enorme, de esas con muchas dobleces y muchos dibujos. Entre dichas dobleces encontrabas barcos, días de lluvia, diás de mucho calor... y él me iba comentando lo que le significaban esos dibujos. En uno de ellos están la pareja protagonista cerrando el paraguas y viendo como sale el sol y las palabras que me escribió fueron estas:
" Porque vida, cuando salga el sol estaremos mejor y podremos salir a dar una vueltecita, al cine o una escapada a comer. Incluso aunque ahora nos parezca que no, tú y yo ya sabemos por experiencia que el sol sale y nos ilumina. Y dos lagartijas como nosotros necesitan pocas excusas para menear el trasero. Y con las nubes, ya sabes, comidita rica, pelis, nuestro precioso sofá y la camita en la que tan agusto estamos".´
Me decía muchas más cosas que prefiero mantenerlas para mí, pero quería contaros esto. Quería que viérais su capacidad para tirar para delante, siempre mirando más allá con optimismo. Siempre viendo el sol incluso en los días de lluvia y siempre queriendo demostrarme que incluso cuando las cosas están feas, llegarán momentos tranquilos.
Ahora no puedo verlo. No puedo ver el sol. No puedo sonreir. Sólo acaricio nuestro sofá, me estremezco en nuestra cama... Pero quiero hacerle el honor a Carlos de pensar que todo pasará, y que como él me decía una y otra vez, volveremos a disfrutar de todo lo que nos rodea. Era tan grande, tan perfecto, tan mío...
Gracias a todos por estar ahí. A él le habría encantado escucharos. Nunca se habría imaginado todo lo que se ve en este blog. Si pudiera hablarme me diría una vez más: " Buenos, Ana, tengo que decirles algo, me están esperando..." y yo escribiría por él. Gracias a todos, de verdad, muchas gracias. Era inevitable quererle, verdad?
Sigamos mirando al mar. Con una sonrisa. Porque seguro que él me está haciendo caso y sonríe, seguro...
Te quiero, mi vida, siempre...

viernes, 12 de junio de 2009

En su playa


Remando

El día 11 de junio, sobre las 20:30h sonó el teléfono para comunicarnos que Carlos, nuestro gran capitán, había muerto. Después de 13 días ingresado en la UMI, con un coma inducido, su gran corazón no pudo aguanta más. Hizo todo lo que pudo. Lo sé. Estoy totalmente convencida de ello. Nos escuchaba, lo intentaba, pero la tormenta fue demasiado dura. Hicimos lo que pudimos, todos. Y él fue el más grande capitán que cualquier navío hubiera podido desear. Ahora navega por otros mares. Más azules, más calmados… Ahora me espera en algún lugar, azul, como su isla.
Te quiero Carlos, más de lo que he podido querer nunca a nadie. Eres el hombre de mi vida. Espérame, vale, no muy lejos, pero espérame… y sonríe, si?
Te quiero, siempre….

miércoles, 10 de junio de 2009

Soplando fuerte


Hospital.
Día +19.

Hoy no es Carlos el que escribe. Me veo obligada a hacerlo yo a pesar de no querer hacerlo, porque este espacio es de Carlos, es su mundo, es su barco, es su lucha… Pero creo que nunca se imaginó cuanta gente se implicaría en esto, por eso me veo obligada a escribir, porque creo que debo contaros cómo sigue, cómo lucha día a día por regalarnos un momento más.
Carlos está en su camarote, haciendo su propia lucha. Demostrando lo fuerte que es. Dándonos un rayito de esperanza a los que le esperamos con ansia. Pero viviendo, porque sigue viviendo…
Ahora nos toca a nosotros. Nos toca remar con fuerza. Nos toca ser duros por él. Nos toca soñar y remar hasta el infinito. Así que por eso escribo. Para que reméis, con fuerza. Para que le ayudemos entre todos a no cansarse. Por eso vamos, a no cansarnos, a soñar que saldremos de esto.!!
Carlos ya nos dijo que esto sería difícil. Él lo sabía y a pesar de eso se arriesgó para ganar. Así que a remar, por favor marineros, no dejen de remar….

martes, 26 de mayo de 2009

Seguiremos


Hospital.
Día +4.

Ana lleva unas babuchas verdes, una bata azul, una mascarilla blanca y un gorro tapando su pelo recogido. Le sienta perfecto. Ahora mismo es ella la que teclea en el portátil mientras yo le dicto. Mis valores hematológicos por fin se han desplomado. Eso ha provocado que desde ayer haya que entrar en la habitación con esa especie de escafandra como la que lleva. Como era de esperar, soy otra vez un niño burbuja, pero esta vez no sólo no veo sonrisas, sino que apenas puedo ver los ojos de la gente. Es curioso mirar como en esa especie de cubículo que hace de antesala de mi habitación, la gente se va equipando con la ropa protectora durante un ratito antes de entrar. Apenas puedo mirar el interior de esa antesala por un cristal rectangular que hace las veces de claraboya. Me encanta ver a Ana cada vez que entra o sale haciéndome algún gesto o una mueca para arrancarme una sonrisa.
Hace dos días me empezó una hemorragia en la nariz que aún no han logrado detener. La causa probable es la casi inexistencia de plaquetas en mi sangre. Mi boca, mi garganta y mis mucosas en general se deterioran con rapidez. Me duele la tripa. Me duelen los huesos y los músculos. Todo esto era de esperar, incluso es normal. Trasfusiones de plaquetas, sangre, una infusión continua de morfina y haber empezado con la nutrición vía intravenosa, mitigan en cierta manera todos los incómodos síntomas a los que me he referido.
Es verdad que las aguas se han agitado, pero estoy convencido de que la zozobra de la nave sería mucho mayor de no ser por la magnífica tripulación que la conduce. Queda mucho hasta llegar a destino, pero nosotros seguimos adelante.

sábado, 23 de mayo de 2009

Sumando días


Hospital.
Día +1.

El viernes me infundieron más células. Decidieron que era mejor terminar de ponerme todas las que le habían extraído a mi hermana que congelarlas. Así que el día oficial del trasplante es el 22 de Mayo. Hoy es el +1 y sigue la cuenta hasta el infinito. Me encuentro aún bien, a pesar de notar que mi boca empieza a resquebrajarse, aún no me han bajado las defensas. Los médicos me han dicho que lo harán en un par de días y entonces entraré en aislamiento, o lo que es lo mismo, pasaré a ser de nuevo el niño burbuja.
Me está empezando a costar comer alimento, principalmente por falta de apetito. Complementan mi comida con unos nada recomendables complementos dietéticos. Todo un corolario de batidos, natillas y brebajes de múltiples sabores a cada cual más asqueroso. Pero bueno, como cuando era pequeño y mi madre me decía que me tapara la nariz para que no me supiera, me los voy tomando como puedo.
Siguen pasando días en el hospital, mismo espacio, mismo decorado. En mi pequeño blog me imagino otros paisajes cada día. La travesía prosigue sin pausa y a buen ritmo y pintada de colores por la magnífica tripulación que la dirige.

jueves, 21 de mayo de 2009

Dia +0


En el hospital.
Día +0.

Las células progenitoras de mi hermana, convertidas en salsa de tomate y envasadas adecuadamente, han pasado a mi torrente sanguíneo. Se supone que esas pequeñas, durante los próximos días, serán lo suficientemente inteligentes para migrar hacia mi médula ósea. Creo que aún no se conoce el mecanismo por el que ellas, conocedoras de su destino, encuentran el camino. El caso es que lo hacen. Una vez allí se dividirán, especializarán y empezarán a fabricar mis células sanguíneas nuevamente. En ese momento nacerá otro Carlos, que además tendrá cromosomas XX. Espero no afeminarme demasiado. Todas las células que nacerán serán sanas, ya no habrá enfermedad ni anomalías genéticas circulando por mi sangre. Aunque al principio las nuevas células me harán daño, se supone que también aniquilarán cualquier residuo de enfermedad. Unos meses después podré hacer vida normal.
Suena bien, verdad??. Pues eso es cruzar el Cabo de Hornos, pues eso es llegar a París, vestido de amarillo, pues eso es curarme. Últimamente he concentrado todas mis fuerzas en creer que todo va a ir como he contado en el primer párrafo. Es difícil, pero siento que va a ocurrir. Necesito que ocurra. Hay demasiadas cosas que me gustan en mi vida y sería imposible hacerme a la idea de que se van a acabar. Creedme, hay veces que he estado a punto de pensar que se acaba. De sentir un miedo y un frío tan atenazadores que son imposibles de explicar. Que me han superado de tal manera que me ha dado pavor incluso compartirlos. Ana dice que el mundo es como una pelota que bota y bota y que cada vez se parece más a mí. Pues yo quiero seguir siendo su pelota y botar cada vez más alto.
Todavía tienen que pasar más cosas, pero hoy me encontraba mejor y he conseguido reírme un rato mientras me infundían las células. Llevo puesto un maillot que significa mucho para mí. Subido en mi barco cruzaré el Cabo de Hornos y al final, aunque sea a rastras, llegaré a París. Por muchas cosas, por todos vosotros, tiene que ser así.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Víspera

En el hospital. Día -1.

Esta noche ha sido una noche larga. Lamentablemente no va a ser la noche más larga que pase durante este ingreso. La navegación se complicó con las primeras tempestades. Era cuestión de tiempo que en estas latitudes las aguas empezaran a agitarse. Lo han hecho, y de que manera dentro de mi estómago. Nauseas, vómitos y malestar general nos hicieron cobrar conciencia de lo que se nos avecina. No es nuevo, ya lo conocemos, pero no nos gusta. Afortunadamente las caricias, pero sobre todo la mirada de Ana, me transmitían tranquilidad.
Me encuentro mal. Me voy a seguir encontrando mal durante mucho tiempo. Estoy cansado de encontrarme mal. No tengo ganas de cansarme de mí mismo. No tengo ganas de escribir más.

domingo, 17 de mayo de 2009

Nuestra jaula


En el Hospital. Nuestra burbuja.

Ya estamos instalados en la cámara de aislamiento. Desde el jueves. Y digo estamos porque Ana está conmigo permanentemente. Se queda a dormir en le cámara, en un sofá que no tiene pinta de ser muy incómodo, al menos, eso dice ella. En la cámara tenemos nevera, microondas, un baño bastante grande y hasta una bicicleta estática para poder hacer algo de ejercicio. No es el hotel Ritz pero tampoco es una habitación de hospital al uso. De todas formas lo realmente importante es que es individual, y dada la batalla que se va a librar aquí dentro en las próximas semanas, os aseguro que es de agradecer.
Ya llevo cuatro días con quimioterapia y la verdad es que por ahora no me ha afectado mucho, quizás esté un poco cansado, pero nada más. Estoy comiendo bien, haciendo algo de ejercicio y salvo una extraña reacción que me ha salido en la cara y el cuero cabelludo, todo está perfectamente. Anoche incluso nos pedimos unas telepizzas que Ana bajó a buscar a la puerta del hospital, casi como si estuviéramos en casa.
Por lo demás pocos cambios, me están midiendo absolutamente todo, por las mañanas el peso y la cintura, y además me miden lo que orino, lo que evacúo, lo que bebo, etc. una especie de control absoluto sobre los líquidos que entran y salen de mi cuerpo. Me hacen sentir como una cobaya a la que someten a controles y experimentos, pero por ahora lo llevo bien.
Me encuentro perfectamente, no se lo que durará pero ahora habrá que disfrutarlo. tengo a mi mujer al lado, preciosa, y yo no estoy sufriendo efectos nocivos de la quimioterapia. A pesar de estar encerrados en una especie de jaula, nos podemos permitir algunas cosas como estar juntos, ver un capítulo de los Soprano e incluso pedir pizzas a domicilio. Son esas pequeñas cosas que incluso aquí encerrados, podemos disfrutar. Todo se va a complicar rápido, pero mientras tanto, relajémonos y sobre todo, no les dejemos ni el más mínimo hueco al frío y al miedo.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Esto se mueve

En el hospital.

Esto empieza a moverse de verdad. Empiezan las turbulencias. Nos dirigimos de manera inexorable al cabo de hornos, tenemos que bordearlo para navegar después por aguas del pacífico sur. La travesía será larga, lo sabemos. Hoy me han puesto el catéter para poder recibir el tratamiento. Mañana empezaré con la quimioterapia, altas dosis de busulfán y ciclofosfamida, que durará hasta el miércoles que viene. Será entonces cuando por fin llegue el día "+0", 21 de Mayo, en que me infundirán las células de mi hermana. Tras ello, aproximadamente un mes y medio de ingreso hasta recuperarme. Esa es la travesía.
Ahora estoy en una habitación compartida. No es que esté mal, pero estoy deseando que me trasladen ya a mi cámara de aislamiento que será mi burbuja y mi mundo durante las próximas semanas. Afortunadamente Ana va a estar en ese mundo durante mucho tiempo, ya que en su trabajo le han dado bastantes días de permiso para acompañarme, concretamente desde este viernes hasta el 8 de Junio. Eso nos gusta.
Bueno tripulación, empiezan las tormentas y las mil vicisitudes de las que hemos hablado durante este tiempo y para las que no me no cabe duda que estamos totalmente preparados. Avante toda, nos podrán llamar locos por ir subidos en este viejo casco, pero aguantaremos aunque nos tengamos que agarrar con los dientes.

lunes, 11 de mayo de 2009

Cromosoma phi+


En el Hospital.

Ahora mismo estoy en el piso de la fundación, aunque oficialmente estoy ingresado. Tengo que volver a mi habitación antes de las siete de la mañana. Estoy tumbado en un sofá con el portátil mientras mi padre lee sentado en otro. Escucho música, ahora suena “Details in the fabric” de Jason Mraz, y la verdad es que me gusta y me siento bien (está más abajo por si la queréis oir). Los médicos han autorizado esta pequeña escapada que, entre otras cosas, me permitirá cenar bastante bien con mi padre en algún restaurante de Las Palmas.
Hoy me han terminado de dar los resultados de las pruebas y hemos estado hablando largo y tendido de la delicada situación en que me encuentro. Hay enfermedad a nivel molecular en le médula ósea, a pesar de que toda la médula es de mi hermano. Eso significa que algunas células, por ahora pocas, tienen una translocación, concretamente la (t9-22), esto es, el precioso cromosoma philadelfia. La presencia de esta anormalidad genétia representada por phi+ empeora notablemente el diagnóstico de la enfermedad pero la hace visible a nivel molecular. El hecho de que la hayan detectado a ese nivel puede implicar que en pocos días, quizás semanas, la enfermedad se haga muy fuerte y yo lo empezara a pasar realmente mal. Por eso hay que hacer algo urgentemente. La opción ortodoxa en esta situación no sería trasplante, porque es muy peligrosa, habría que probar otras cosas. Por ejemplo, una infusión de linfocitos del donante, pero yo ya tengo el 100% de médula de mi hermano. Mi caso se sale de la ortodoxia y tengo un segundo potencial donante. Pero para no aburriros con detalles extraños, simplemente os digo que al final si me van a hacer el trasplante a pesar de los riesgos, ya que es la única opción que permite una posible supervivencia a largo plazo, esta vez será de mi hermana. Los médicos tienen reticencias porque la mortalidad del procedimiento es elevada, pero de manera conjunta hemos decidido que es la opción a seguir. Mañana me dirán las fechas, aunque intuyo que ahora si es inminente. De todas formas, no le hagáis mucho caso a los detalles médicos, son un lío, hasta yo no entiendo bien muchas cosas, y es que yo creo que no lo entiende nadie. El caso es que necesitaba escribirlo para dejar de pensar en ello.
Cuento con una tripulación más que experimentada y suficientemente motivada para que a pesar de llevar un navío que no está en las mejores condiciones, es perfectamente capaz de culminar con éxito esta travesía. A eso vamos, ahora empieza lo bueno y si os entra un poco de mieditis, no hay que preocuparse, yo también la tengo, pero se nos pasará rápido.
Yo ahora voy a pensar en Ana, hoy me ha enviado a través de mi padre algo precioso, me ha encantado y es que nunca deja de sorprenderme, como si adivinara que hoy tenía que alegrarme el día, y lo ha hecho a pesar de estar lejos.