
3er día de ingreso en el hospital.
37.000 leucocitos, 62.000 plaquetas y 9,8 de hemoglobina.
Gope Vasandane nació hace 64 años en Poona, pertenciente al distrito de Maharashtra en la India. Gope tuvo una infancia difícil. Como el mismo dice, vivía en una casa en la que unos días se comía, y otros no. Compartía esa casa con sus ocho hermanos y con sus padres. Eran tiempos difíciles sin duda, en los que no sólo en Puuna, sino en la cercana Bombay y el resto de India era difícil salir adelante. Gope desde pequeño sabía que tenía que salir de allí, el ya nació emigrante. La nefasta relación con su padre aceleró el proceso; no hablaban, no se confiaban nada, sólo había mucho miedo que se había ido cultivando a palos durante años.
En 1970, con 26 años y recién casado Gope se marchó a Canarias, en una España en la que Franco no daba muchas oportunidades a los emigrantes que se querían instalar y en la que afortunadamente pronto muchas cosas iban a cambiar.
Hoy Gope es un tipo tranquilo, agradable, parco en palabras y con un humor al que dedica mucho más del tiempo del que parecería a tenor del resultado que obtiene. Regenta una tienda en el Puerto de la Cruz, junto a la plaza del Charco y a la que , paradojas de la vida, ha puesto como nombre “R.K”, que son las iniciales de los nombres de sus padres, a los que de este modo rinde homenaje. Las personas que saben perdonar son personas que piensan.
Hoy está enfermo de mieloma múltiple y le acaban de hacer un trasplante de médula antólogo del que se está recuperando. Es mi compañero de habitación y la persona con la que al final del día converso de su vida y de la mía y del mundo en general, y es que es inevitable tener momentos trascendentes en esta tesitura. Anoche me confesaba que lloró cuando ayer me vió comiendo y charlando con mi padre y mi madre a mi lado, porque es algo que el jamás pudo hacer ya que si se dirigía a su padre, éste le pegaba.
Es curioso que el primer día que llegué, Gope, en la difícil convivencia de una habitación de hospital, hizo algo que me pareció más que censurable pero que va a quedar en la intimidad de nuestra habitación y me vais a permitir que no os lo cuente. Afortunadamente, pensé y perdoné, me dí cuenta que lo que hizo lo convertía en un tipo simplemente humano, y gracias a ello he conseguido conocerle y vivir algo de su vida a través de sus historias contadas en un español un poco pobre a pesar de que lleva más de 38 años aquí.
Hoy el día ha transcurrido bien, he hecho algo de ejercicio, he comido de manera adecuada y he tenido visitas constantes y entretenidas. La moral de la tropa está en buen lugar.