La semana pasada iba al trabajo, después de dejar a Daniela en el colegio, y de repente me vino a la cabeza la casa de la Fundación de Las Palmas. Fue un recuerdo claro y muy intenso. Recordé la habitación de dos camas que acababan de pintar con una pared morada. Recordé la madre con la niña de cinco años que vivió con nosotros una larga temporada. Recordé el olor de la cocina. La sensación de pánico cuando llegaba bastante tarde para intentar dormir un poco después de intentar explicarle a Carlos que prefería dormir en un incómodo sofá a su lado antes que en una casa vacía e impersonal, ya que eso me asustaba demasiado…
Fue un recuerdo muy real… Y eso es lo que tengo ahora, imagino. Imágenes y sensaciones que se me vienen a la cabeza por un olor, un sabor, una sensación, una palabra… Te hacen volver atrás para vivir de nuevo un tiempo que fue muy duro y que ahora ya no duele de la misma manera.
Ha pasado otro año y a pesar de los estragos y los cambios en tu interior que hace el paso del tiempo, no sé por qué, pero hoy me siento enfadada con el mundo. Sin querer estoy apática, distante, triste, a pesar de que ese dolor inicial haya disminuido… El dolor no desaparece, se convierte y es ese dolor el que te hace recordar y, a veces, lo agradeces…
Pasa el tiempo y avanzas, aunque en momentos sigas sin saber hacia donde. Pero avanzas. Y mejoran cosas aunque hoy, por culpa de mi enfado y tristeza inconsciente, no sea capaz de describirlas. El tiempo hace magia y, como dicen, lo pone todo en su sitio… Quizá por eso, mi amor, a veces solo dejo que pase el tiempo para que, algún día, me vuelva a poner a tu lado y estemos de nuevo juntos…
Te quiero, siempre… Y Daniela también lo hace, también te quiere de aquí a la luna y vuelta. Yo la enseñaré a hacerlo, se parece tanto a ti...